La doble derrota con dignidad de Irán en el Mundial (1-0)
Es eliminado por Estados Unidos en un partido muy politizado en el que el régimen de Teherán no consigue obtener la imagen de unidad que buscaba
BarcelonaAlgunos dicen que el fútbol es solo un juego. Pero solo había que ver el rostro de los jugadores iraníes antes del partido contra Estados Unidos para entender que la realidad es mucho más complicada. Si los políticos están pendientes del partido, ya no es un juego. Si millones de personas también, todavía menos. Algunos futbolistas iraníes cantaron el himno sin mover los labios, con cara de dolor, obligados por unas autoridades que habrían llegado a amenazarlos con represalias contra sus familiares en caso de no cantar el himno oficial de la República Islámica, adoptado en 1988 cuando murió Jomeiní. Todo es política; también el deporte. Y el gobierno iraní sufrió una doble derrota. La deportiva y una segunda en la grada, donde no pudieron callar la voz de los iraníes críticos con su régimen.
El duelo entre Estados Unidos e Irán lo ganó en el césped el equipo norteamericano (1-0), que se clasifica así a los octavos de final y deja con el corazón roto a los iraníes. Un partido que llegaba tan condicionado por la política que cuando empezaron a sonar los himnos más de uno recordó que también había que hablar de tácticas y goles. Los dos estados, enemistados desde el ascenso al poder en 1978 del régimen de los ayatolás, con crisis como la de los rehenes de 1979 o la última relativa al programa nuclear iraní, viven enfrentados. Pero, a la vez, Irán tiene una grieta para sus adentros, provocada por los manifestantes que piden más libertad, más democracia y más derechos para las mujeres. Muchos jugadores iraníes se estaban negando a cantar el himno durante el Mundial catarí para apoyar a estos manifestantes – habrían muerto más de 400 por culpa de la represión policial–, pero las autoridades los habrían presionado para conseguir la imagen de ellos cantándolo. No la obtuvieron del todo. El himno, de hecho, fue silbado por muchos iraníes presentes en el campo que reclamaban más libertad, algunos con la bandera de Irán en las manos con un agujero en medio: habían quitado el escudo islamista.
El ambiente entre los aficionados de los dos países, no obstante, fue correcto. Poca tensión, como si entendieran que el fútbol puede ser una fiesta. Ahora, todos sufrieron por lo que pasaba en el césped. A Irán le servía un empate para pasar a octavos de final, pero los norteamericanos necesitaban ganar. Y lo hicieron gracias a un gol antes del descanso de Pulisic, que se lesionó en la acción. En la segunda parte, Irán lo intentó sin suerte y sigue sin llegar nunca a los octavos de final. Y los norteamericanos, de paso, se imponen por primera vez a los iraníes, puesto que en el anterior duelo oficial entre los dos, en el Mundial de 1998, se impusieron los asiáticos por 2-1. Aquel 1998, en el conocido como “la madre de todos los partidos”, los dos equipos se hicieron una foto juntos. No fue el caso esta vez, a pesar de que el valenciano Mateu Lahoz, árbitro del partido, consiguió una fotografía con los dos capitanes y supo mantener el control de la situación, obligando a los jugadores que se enfadaban entre ellos a darse la mano, como si fueran alumnos que se han peleado. De hecho, al final fue solo un partido de fútbol intenso. Fueron los políticos y las millones de personas que lo miraban los que le dieron otro valor. Los deportistas, como ya hicieron en 1998, hicieron más que mucha política, compitiendo con deportividad. Al final, los futbolistas de los dos equipos acabaron abrazados.
Sobre el césped, Estados Unidos se impuso y jugarán contra los neerlandeses en octavos de final. E Irán sufrió una doble derrota, deportiva y política, puesto que ni aficionados ni jugadores ofrecieron la imagen patriótica que habrían querido en los palacios de Teherán. Fuera del estadio, aficionados que llevaban camisetas y símbolos democráticos fueron agredidos por otros iraníes afines al régimen, mientras la policía de Catar intentaba forzar a los periodistas presentes para que borraran las imágenes de estos hechos. Imágenes que han llegado a las redes, donde también se pudieron ver a iraníes que viven en Estados Unidos celebrando el gol de Pulisic, pero con camisetas iraníes. Celebraban la derrota del régimen.
Los futbolistas de Irán también perdieron. Pero con la cabeza muy alta, demostrando muchos de ellos su valor y dignidad, cuando cantaban el himno con la boca pequeña, enfadados. En los despachos de Teherán les tocó perder por partida doble.