Unas elecciones para clarificar el rumbo de Cataluña

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Votación de los presupuestos, hoy en el Parlament

Catalunya ha pasado en pocos días de tener unos presupuestos –los más altos de la historia– prácticamente encauzados a afrontar un escenario de prórroga presupuestaria y adelanto electoral. Y todo por una cuestión, el Hard Rock de Tarragona, que ni mucho menos figura entre las principales prioridades del país ni justifica renunciar a miles de millones que eran más necesarios que nunca para dedicarles, por ejemplo, a la lucha contra la sequía o en la educación. ¿Son conscientes los comunes de las consecuencias de su decisión? ¿De la cantidad de proyectos que van a quedar parados? ¿De cuántas personas se verán afectadas? No sólo en Cataluña, sino en toda España, puesto que el adelanto electoral comporta también que el gobierno español tenga que renunciar a sus propios presupuestos para este año. ¿Con qué autoridad moral podrán reclamar a partir de ahora los comunes soporte para sus proyectos en Madrid? Resulta sorprendente que el partido que había hecho bandera de la responsabilidad en los últimos años, tejiendo puentes entre unos y otros, haya caído ahora en la deriva contraria.

Sea como fuere, será la ciudadanía la que deberá juzgar la actuación de cada uno en este vodevil de los presupuestos, donde sin duda se han impuesto los intereses partidistas a los de país. La decisión del presidente de la Generalitat, Pere Aragonès, es acertada porque da la voz a la ciudadanía para que vuelva a repartir las cartas en el nuevo escenario que se abre después de que este jueves se apruebe la amnistía en el Congreso. Porque una vez establecido que el camino para conseguir la celebración de un referéndum pasa por la negociación con el Estado, y que éste no será un camino corto, es necesario tomar decisiones muy trascendentales sobre el futuro del país. Las elecciones de mayo pueden resultar, en ese sentido, decisivas.

Precisamente, en los últimos años se han puesto de manifiesto diferencias sustanciales sobre el modelo de país, que es necesario que la ciudadanía resuelva en una dirección u otra. Por eso pedimos a los partidos políticos que pongan negro sobre blanco qué piensan sobre cuestiones cruciales como el modelo aeroportuario, las infraestructuras, la energía, el turismo, la inmigración, la vivienda, los impuestos y el modelo de financiación, entre otras muchas cosas. Catalunya tiene abierto un conflicto político con el Estado y aspira a tener más soberanía, o incluso toda, pero esto no debe frenar el debate sobre el resto de cuestiones.

Desde aquí emplazamos a los partidos a aportar ideas y propuestas, a presentar candidaturas competentes ya definir cuál será su actitud hacia el gobierno de Pedro Sánchez, porque ésta también será una clave muy importante. Los ciudadanos deben saber exactamente qué significará la papeleta de cada uno, qué modelo de país y qué alianzas prioriza. Porque una sola cosa está clara: a pesar de que en campaña oiremos decir que todo el mundo quiere gobernar en solitario, la realidad catalana es muy tozuda y obliga a pactar. Y esto no tiene por qué ser malo, sino todo lo contrario.

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