Homenotes y danzas

El empresario textil pionero de las fusiones transnacionales

Ferran Fabra y su hermano Romano dejaron una profunda huella en el barrio de Sant Andreu

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Ferran Fabra Puig 1866-1944

La rambla principal de la exvilla de Sant Andreu de Palomar, en Barcelona, ​​se llama paseo de Fabra i Puig. Una de las calles adyacentes lleva por nombre Camil Fabra. Precisamente en esta calle, y con fachada al mencionado paseo, se encuentra el Club Natació Sant Andreu, conocido popularmente entre los vecinos del barrio como El Fabra. A unos cientos de metros se encuentra la biblioteca pública, bautizada como Can Fabra, y justo en frente un gran espacio destinado a las actividades culturales que se llama Fabra i Coats. A todas estas ubicaciones podemos añadir la plaza y el casal Can Portabella, que también están relacionados. Todavía en el otro extremo de la ciudad, en Sant Gervasi, encontramos una calle llamada Ferran Puig. Ante esta ubicuidad, nos preguntamos qué ha hecho la familia Fabra para ser tan reconocida sobre el plano de Barcelona, ​​especialmente en Sant Andreu.

Viajamos atrás en el tiempo. En 1903 se produjo un hecho empresarial bastante insólito en la época y que resultó fruto de una mentalidad moderna e innovadora. La firma textil catalana Sociedad Anónima Sucesora de Fabra y Portabella se fusionó con el gigante escocés J&P Coats para convertirse en la Fabra i Coats, en un acuerdo transnacional que en aquella época no era ni de muy tan frecuente como pueda serlo hoy en día. Detrás de la operación corporativa estaba Ferran Fabra y su hermano Romano, que tomaron las riendas del negocio cuando su padre, Camil Fabra, murió.

El socio escocés no era una firma desconocida en el país, porque en su planta en Torelló se había formado uno de los primeros equipos de fútbol de la historia en Cataluña, que a finales del siglo XIX disputó una serie de partidos históricos contra un equipo de Barcelona precedente del Barça.

En Ferran Fabra lo encontramos, con sólo 20 años, formando parte de la junta benéfica del Teatro Principal, que hacía importantes donativos en el Hospital de la Santa Cruz. Allí se mezclaba con otros burgueses relevantes, como los Sentmenat, los Sagnier Villavecchia o los Vidal Quadras. También formó parte de la junta de Fomento del Trabajo Nacional. Su actividad social era tan frenética que incluso lo podíamos encontrar haciendo de jurado en un concurso de perros en compañía de Eduardo Schilling, uno de los pioneros del Barça, que se dedicaba a la venta de armas de caza. Antes de terminar el siglo sería también diputado provincial. En noviembre de 1899 quedó viudo, con sólo 33 años, por la muerte de su mujer, Maria Sentmenat Patiño.

Estuvo vinculado a un montón de empresas importantes de la época, como Manufacturas de Algodón Reunidas, La Catalana de Seguros de Incendios, la aseguradora Banco Vitalicio de España y también la Compañía de Riegos y Fuerza del Ebro, además de ser consejero de la Canadiense. En cuanto a su negocio, la Fabra i Coats, podemos comprobar su peso en la economía local al ver que en 1915 la empresa ya tenía más de 1.500 trabajadores y que acabaría disponiendo de una plantilla de unos 3.000. Si por algo destacó la firma, aparte de por su posición de dominio en el sector de las hilaturas, fue por los beneficios sociales que fue implantando para los trabajadores. Además, tenía como emblema a un club deportivo que tuvo una larga vida desde su fundación en 1922 y que contaba con unas instalaciones excelentes.

Como era frecuente entre los hombres de negocios de aquella época, tuvo tiempo para implicarse en movimientos políticos, y es así como llegó a alcalde de Barcelona en 1922. Hay que decir que el suyo mandato de un año fue muy discutido por su falta de sensibilidad hacia el catalanismo. En Alella fue investido como hijo adoptivo, acumulando títulos honoríficos españoles, como la Gran Cruz de Isabel la Católica y del Mérito Militar, además de ser Caballero de la Orden de Carlos III y de la Legión de Honor.

Por cierto, que el Observatorio Fabra lleve el apellido familiar no es casualidad, dado que tanto el padre, Camil Fabra, como Ferran Fabra y su hermano Romano fueron financiadores del proyecto.

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