Encender Cisjordania, el peligro de escalar el conflicto en toda la región

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01. Una familia llorando a un muerto en el ataque a Cisjordania. 02. Fuerzas israelíes en el campo de Jenín. 03. Un palestino con los brazos amputados huyendo del hospital de Al Aqsa.

El gobierno de Benjamin Netanyahu parece buscar de forma intencionada una escalada del conflicto en toda la región de Oriente Próximo. Por supuesto, desde el primer momento ha hecho caso omiso de los organismos multilaterales como la ONU, la OMS o el Tribunal Penal Internacional en sus llamamientos, que siempre se dirigen también a Hamás, a detener el conflicto y dejar entrar a Gaza la ayuda humanitaria en condiciones seguras. Ayer, sin ir más lejos, el tiroteo de uno de los coches de la ONU en un control israelí hizo que el Programa Mundial de Alimentos detuviera su operativa en la Franja por falta de seguridad, aunque sí se va anunciar que se permitiría entrar a los equipos de vacunación contra la polio este fin de semana. El ensañamiento con la población civil de Gaza, donde ya ha habido más de 40.000 muertos, es un crimen contra la humanidad que estamos viviendo impotentes en directo sin que de momento exista la menor posibilidad de poner fin. Pero es que, además, este verano Israel ha atacado objetivos en Jordania, Líbano e Irán, extendiendo así el conflicto a otros países, y esta semana ha empezado una nueva ofensiva en Cisjordania, todavía en marcha, entre llamadas de ministros ultras del gobierno a hacer lo mismo que están haciendo en Gaza.

Ya desde el inicio se aprovechó la ofensiva en la Franja para aumentar la presión sobre los palestinos de Cisjordania, animando desde el propio gobierno, y con la protección del ejército, las actuaciones de los colonos que aprovechan para apropiarse de las tierras que no son suyas y sembrar el terror. Así, desde el 7 de octubre la ONU contabilizó 1.250 ataques de colonos, y en conjunto en la zona murieron por fuego israelí en este periodo 652 palestinos (147 de ellos menores) y 5.400 resultaron heridos. Ahora, en lo que es la operación más dura en la zona desde la Segunda Intifada de principios de este siglo, se ha intensificado el asedio a los campos de refugiados del norte de Cisjordania, que es donde hay más oposición tanto en la ocupación israelí así como a la actuación de la Autoridad Palestina, que en teoría controla ese territorio. Si el conflicto se extiende aquí hablaríamos ya de una escalada mayor que, por parte de los más ultras dentro del gobierno israelí, pasa, explícitamente, por provocar la expulsión total de los palestinos y la anexión completa de sus territorios.

Por todo ello, parece que ahora mismo Israel puede hacer lo que quiera. La impunidad con la que actúa su gobierno dentro y fuera de sus fronteras es tan extrema que ha dejado en evidencia ante todo el mundo la doble vara de medir de Occidente en la defensa de los derechos humanos, sobre todo Estados Unidos y la Unión Europea . El llamamiento que hizo ayer Josep Borrell, todavía responsable diplomático de la UE en funciones, para que los Estados miembros impongan sanciones a los ministros israelíes que piden públicamente violar el derecho internacional por el momento sólo ha recibido el apoyo de Irlanda. Sería importante que la respuesta fuese mucho más contundente. El presidente de Estados Unidos, Joe Biden, redactó un plan de alto el fuego el pasado mes de mayo que en estos momentos sigue sin ser aceptado, mientras, eso sí, sigue enviando armas y dinero al gobierno de Netanyahu. Lo único seguro ahora mismo es que los palestinos están solos y, al menos en los círculos de los poderosos, no tienen a casi nadie que los defienda.

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