Euskadi, unas elecciones con aroma de giro histórico

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Carteles electorales de las diferentes opciones, en el centro de Legorreta, en Euskadi.

Las elecciones de este domingo en Euskadi tienen un interés innegable, aunque está prácticamente asegurado de que el gobierno de Vitoria continuará en manos de la coalición PNV-PSE. Sin embargo, el mero hecho de que la izquierda aberzale de EH Bildu pueda ser primera fuerza, y desbancar así por primera vez al PNV, sería un hecho histórico que demostraría que algo está cambiando. Para algunos, sería la prueba de que Euskadi ha caído en cierta desmemoria, ya que dentro de Bildu está Sortu, el partido heredero de la antigua Batasuna, que era el brazo político de ETA. Para otros sería un síntoma de normalidad democrática y la prueba de que los vascos ya no votan en esta clave, sino que priorizan el eje ideológico y la gestión. En cualquier caso, haya sorpasso o no, el hecho de que EH Bildu esté en disposición de disputar la hegemonía aberzale en el PNV ya es, de algún modo, histórico.

Por este motivo hemos querido acercarnos a la realidad de Euskadi y ver in situ cuáles son los motivos que hay detrás de ese posible giro. La realidad es que la sociedad vasca no es tan diferente a la nuestra, y que se detecta una fuerte insatisfacción con el nivel de calidad de los servicios públicos y el rumbo económico. Pese a los intentos de situar a ETA en el centro de la campaña, lo cierto es que allí los candidatos han hablado más del estado del Osakidetza, el servicio vasco de salud, y de la enseñanza, sobre todo después del batacazo que van significar para ellos también los resultados de PISA.

También preocupa la pérdida de peso económico en el conjunto español (Euskadi era el 7,1% en 1978 y ahora es el 5,8%) y la bajada de la industria, más visible en Vizcaya que en Guipúzcoa, donde mantienen un tejido cooperativo muy potente que encabeza el Grupo Mondragon, o en Álava, donde la fábrica de Mercedes permite la supervivencia de mucha industria auxiliar. El peculiar sistema político vasco, en el que las haciendas propias dependen de las diputaciones forales, hace que la fiscalidad no sea un tema central de la campaña, aunque sí las grandes líneas de la política económica.

En todo caso, trece años después de la desaparición de ETA, Euskadi es hoy un país normal, donde la excepcionalidad ha dejado paso a un panorama político más abierto en el que, al menos a medio plazo, no se descarta que allí haya alternancia política al ejecutivo de Vitoria. Mientras, víctimas y victimarios siguen avanzando por el camino de la reconciliación y la paz gracias a iniciativas como los encuentros restaurativos que impulsó Maixabel Lasa, la viuda del dirigente socialista Juan María Jáuregui asesinado por ETA en el 2000. Su ejemplo y su historia, llevada al cine por Icíar Bollaín, marcan seguro el rumbo de una nación que combina tradición y modernidad como ninguna otra.

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