Cómo evitar a los vendedores de humo en el 'coaching'

Tengo cierta reticencia a los 'coaches', creo que son vendedores de humo. ¿Me equivoco? ¿Merecen una oportunidad?

Ferran, Barcelona

Hay muchos profesionales serios y competentes en coaching, que nos ayudan a hacer frente al complejo mundo actual. Sin duda merecen una oportunidad. Ahora bien, como en todas las profesiones, siempre hay quien se otorga el título de profesional sin ser meritorio y acaban desprestigiando al sector. Por tanto, merecen una oportunidad, pero cuando la des, asegúrate de estar en buenas manos.

Primero, ten claro para qué se puede utilizar el coaching. A grandes rasgos, el coaching te ayuda a conseguir objetivos concretos. Por ejemplo, si siempre has querido correr el Maratón de Barcelona pero la pereza te ha podido, coach deportivo puede ser un buen recurso. Una de las grandes ventajas del coaching es que disponen de muchas herramientas diferentes para resolver los obstáculos concretos que vas encontrando por el camino y que se interponen entre ti y ese objetivo. Por supuesto, siempre dentro de unos límites realistas y dentro del campo en el que se desarrolle el coach en cuestión. Por ejemplo, si lo que buscas es mejorar las habilidades de comunicación con tus hijos, quizás uno coach deportivo no sería la primera opción.

Segundo, sé siempre consciente de tu grado de desesperación, y actúa en consecuencia. Cuando estamos en el fondo del pozo de la desesperación, cualquier cuerda parece buena, pero justamente es cuando los buitres sacan mejor rédito. Cuando la propuesta del buitre sea resolverte todo tu problema y no menos, apártate de esta cuerda. Desafortunadamente, no siempre es tan fácil. Por tanto, cuando decidas entrar en el mundo del coaching, procura no casarte con nadie en los primeros meses. Aunque en ese momento creas que la solución es magistral y perfecta, indaga un poco más. Si el bolsillo te lo permite también, prueba a diferentes profesionales.

En resumen, nuestro mundo es complejo y necesitamos gente que nos ayude a interpretarlo. Pero cuidado... Sólo interpretarlo. Hacerlo mejor es una responsabilidad de uno mismo y de nadie más.