Finanzas personales

¿Las furgonetas camper salen a cuenta? Depende de cuántos viajes hagas

Estos vehículos adaptados para ser habitables cada vez ganan más adeptos

Una furgoneta camper expuesta, en una imagen de archivo.
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BarcelonaDesde hace unos años, las furgonetas camper están cada vez más de moda. Estos vehículos son una alternativa más económica a las autocaravanas tradicionales, con ventajas en cuanto a movilidad pero con el inconveniente de ser más pequeñas y, a menudo, tener menos accesorios y servicios. Pero ¿vale la pena invertir dinero en una camper? La respuesta, como es habitual, depende del uso que se haga.

Para empezar, hay que tener claro que una camper, en general, no es barata, sobre todo si está fabricada con el fin de adaptarse para ser una pequeña vivienda. De hecho, el precio es el punto más débil: en el mercado de segunda mano a menudo pasan de los 50.000 o 60.000 euros, con una buena cantidad de kilómetros acumulada. Los raros casos en los que los precios se sitúan por debajo de 35.000 euros son porque se trata de vehículos con unos 150.000 kilómetros. Además, estas furgonetas en muchos casos son adaptadas directamente por los propietarios, es decir, no eran campers en el momento de fabricarse.

Si se buscan campers nuevas, el precio todavía es más alto, entre 60.000 y 80.000 euros para la gran mayoría de vehículos, muy por encima de un coche. Ahora bien, en relación con las autocaravanas de siempre es un precio mucho más bajo.

Las furgonetas camper se diferencian de las autocaravanas en varios aspectos. Las campers acostumbran a ser modelos normales de furgoneta que se adaptan para incluir una parte de vivienda –cama, comedor, cocina– en el interior, mientras que las autocaravanas son modelos que ya directamente están diseñados para esta función. De hecho, la camperización de vehículos por parte de usuarios, que los adaptaban para poder dormir, es el origen de este tipo de furgonetas, cosa que ha llevado a los fabricantes a hacer salir al mercado modelos propios de camper.

Además, las autocaravanas son más grandes: muchos modelos pueden tener hasta siete plazas de dormir, mientras que las campers acostumbran a ser de dos o tres plazas, a pesar de que algunas pueden llegar a cinco. Otro elemento importante es que las autocaravanas tienen cocina y lavabo, mientras que las campers no tienen lavabo y solo en algún caso tienen cocina, cosa que representa una limitación si se quieren pasar muchos días fuera de casa. Además, el hecho de que el tamaño sea más grande hace que para conducir una autocaravana haga falta el carné de conducir C, que permite conducir vehículos de más de 3.500 kilos, mientras que las campers se pueden conducir con el carné B habitual.

Una de las ventajas de las campers y de las caravanas es que permiten una gran libertad de movimiento. No obstante, en la mayoría de los países de Europa no se permite acampar libremente, sino que se tiene que hacer en zonas habilitadas especialmente o en campings. En España, por ejemplo, la ley de costas impide acampar una furgoneta en zonas playeras –las multas por acampar menos de 24 horas varían entre los 50 y los 150 euros–, y tampoco se puede en espacios naturales protegidos, donde la ley de evaluación ambiental impone multas que pueden llegar a los 5.000 euros.

Hay que tener presente, también, que acampar y aparcar no es lo mismo. Un vehículo está únicamente aparcado cuando se encuentra parado en un lugar. Cuando se despliegan toldos y se colocan mesas, sillas y otras piezas del mobiliario, se considera que está acampado.

¿Qué es mejor, una camper o pagar hotel?

Tener una camper es útil para viajar y ahorrarse pagar hoteles o viviendas de alquiler, más todavía si se tiene en cuenta que el alojamiento es una parte sustancial del coste de unas vacaciones. Pero el coste de la furgoneta continúa siendo importante y hacen falta muchos viajes para amortizarlo. Por ejemplo, una camper Joa J60 nueva vale unos 60.000 euros –uno de los modelos más económicos–, lo que equivale, más o menos, a más de 590 noches de hotel de dos estrellas en una habitación para una pareja y un niño pequeño en Bilbao en el mes de julio. Si se compara, por ejemplo, con una habitación igual pero en un hotel de cuatro estrellas en Bergen, en la costa de los fiordos de Noruega, en la misma época, equivale a más de 200 noches.

Si se miran modelos de segunda mano, las diferencias se reducen. En una búsqueda en internet hecha por este diario, un modelo de furgoneta Mercedes Vito de segunda mano camperizado por el antiguo propietario costaba unos 25.000 euros. Esto es aproximadamente lo que cuestan unas 110 noches de hotel de tres estrellas en Amsterdam a mediados de julio, también para una pareja con un niño, o a 260 noches en uno de dos estrellas en Friburgo, en la Selva Negra alemana.

Ahora bien, a pesar de que la razón principal para adquirir una camper es para viajar, puede ser a la vez el vehículo habitual de una familia. En estos casos, pues, una familia se ahorraría el coste de tener otro coche, cosa que rebaja de manera muy destacada el tiempo que se tarda en amortizar. El uso que se haga, pues, es lo que marcará que sea, o no, una buena inversión.

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