Homenotes y danzas

El gran pionero de los electrodomésticos

Emil Rathenau trajo a Europa las aplicaciones de la electricidad para crear uno de los grandes gigantes alemanes

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Emil Moritz Rathenau 1838-1915

Para muchas generaciones, oír hablar de electrodomésticos como AEG o Telefunken ha sido sinónimo de fiabilidad alemana. Hoy son sólo dos marcas comerciales, pero durante décadas fueron fabricantes de productos tecnológicos y de gran consumo de mucha calidad, y detrás de ambos había un solo hombre nacido en el siglo XIX: el alemán Emil Moritz Rathenau.

Con el título de ingeniero, y después de varios experimentos empresariales vinculados sobre todo a las máquinas de vapor, se lanzó al mundo de la electricidad, muy influido por las maravillas que había descubierto en la década de los setenta visitando exposiciones internacionales sobre esta innovadora tecnología. En este ámbito, en 1883 adquirió las licencias de Edison para distribuir productos eléctricos en Alemania con la firma DEG (Sociedad Edison para Alemania). Sólo un año después firmó un acuerdo con Siemens, otra empresa que llegaría a ser uno de los gigantes del mundo mecánico y tecnológico de Europea. De la colaboración con Siemens surgió, entre otros, el fabricante de radios y televisiones Telefunken (1903), que años después será el creador del sistema PAL de televisión en color.

Cuando el negocio empezó a crecer de manera importante, Rathenau optó por romper los vínculos con Edison y así ganar libertad. Fue en 1887 y supuso un cambio de denominación de la empresa del ingeniero alemán, que estrenó la reconocida sigla AEG (Compañía General de Electricidad). A principios del siglo XX, AEG (con 17.300 trabajadores y presencia en dieciocho países) y Siemens ya dominaban completamente el mercado germánico, pero Rathenau todavía dio un paso más mediante la alianza con la estadounidense General Electric (que era la fusión de las firmas respectivas de Edison y de Thomson) para intercambiar patentes y repartirse los mercados europeo y americano.

Simultáneamente, absorbió a la competidora UEG, que había sido filial precisamente de la Thomson. Seis años antes, en 1898, ambas firmas habían creado el holding Sofina, una estructura basada en Bélgica, pero con capitales alemanes y dedicada a invertir en empresas de energía y transportes. La firma de Rathenau empezó haciendo bombillas, pero después las innovaciones surgirían en todos los terrenos: inventores del secador de pelo y del taladro eléctrico portátil, primera instalación urbana de alto voltaje, pioneros en las locomotoras de alta velocidad o aplicaciones tempranas en los sectores del automóvil y la aviación. Una filial de la empresa, la BEW (Fábrica de Electricidad de Berlín), logró el monopolio del alumbrado eléctrico de la capital alemana.

Los primeros años del siglo XX -y los últimos con Rathenau al frente del negocio- sirvieron para que AEG se consolidara como un fabricante de herramientas eléctricas de gran calidad y con prestigio en todo el mundo. Otro ámbito en el que fueron pioneros fue en la imagen corporativa: se preocuparon de contratar a los mejores diseñadores de la época para los lanzamientos de sus novedades.

Por cierto, Rathenau se casó con Mathilde Nachman, hija de un rico banquero, y tuvieron un heredero bastante conocido, Walter Rathenau, que fue un importante político alemán (ministro de la República de Weimar) asesinado en 1922 por exaltados antisemitas. En el momento de la muerte, llevaba una década al frente de la empresa familiar. Poco antes, en 1915, una diabetes se había llevado a Emil Rathenau.

Como decíamos al principio, hoy AEG es sólo una marca comercial que pertenece a la multinacional Electrolux, porque a partir de la primera mitad de los ochenta lo que había sido un histórico de la industria eléctrica empezó a desintegrarse. Primero fue la división Telefunken, que fue vendida a Thomson-Brandt, compañía francesa surgida de la filial en Francia de Thomson. Poco después, el núcleo del grupo AEG cayó en manos de Daimler-Benz y algunas filiales de varios segmentos de mercado pasaron a manos del grupo sueco Atlas Copco y de los franceses GEC Alsthom (hoy denominada Alstom, y también procedente de Thomson). La defunción definitiva de AEG se firmó en 1996.

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