Griso, ahórrate los besos a Feijóo

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El jueves Susanna Griso entrevistaba a Alberto Núñez Feijóo en Espejo público. La presentadora se levantó de la mesa de colaboradores para ir hasta el set donde la esperaba el líder del PP sentado en un sillón. “Muy buenos días. ¿Cómo está usted?”, lo saludó Griso mientras le daba dos besos. “Muy bien. ¿Y usted?”, le contestó Feijóo cortés. Y cuando la periodista se sentó frente a él respondió haciéndole un poco de bromita: “Muy bien. Le he dado dos besos y no sé ahora si... ”, en una clara alusión a la sensibilidad social que existe con el caso Rubiales tras el beso forzado a Jennifer Hermoso. “Ha sido usted”, contestó con una sonrisa el político, subrayando su inocencia. Y Griso se rió: “Esto es cierto”. Y empezó la entrevista.

En la presentación de MasterChef celebrity, los chefs que conducen el concurso anunciaron que en la nueva temporada habría “muchos piquitos”, sobre todo con Jesulín. “Jesulín va a prisión”, incluso comentó con sorna Pepe Rodríguez. Samantha Vallejo-Nágera dijo que la próxima temporada quizá llamarían a Rubiales para participar en el concurso, y Jordi Cruz bromeó con otros besos que él se ha dado con concursantes.

Son situaciones que, de forma velada, denuncian lo políticamente correcto y la exageración de la situación. Bromas que refuerzan una percepción de confusión entre el consentimiento y el abuso, como si fuera imposible de discernir entre uno y otro, y que perpetúan, por tanto, el machismo que ampara estas situaciones.

Pero más allá del mal gusto de la bromita de Susanna Griso, hay que reflexionar sobre un ritual enquistado en televisión: que las periodistas saluden con dos besos al político de turno que va de invitado a su plató. No hace falta. No es necesario. El beso preliminar debería eliminarse de las entrevistas políticas. Es una aproximación física que rompe la distancia periodística necesaria, sobre todo en una entrevista política en la que debe producirse un juego de tensiones. El saludo estrictamente verbal y televisivo tendría que ser suficiente.

Los periodistas hombres no besan a los políticos, sean hombres o mujeres. Ni Pedro Piqueras ni Jordi Évole le dieron dos besos a Yolanda Díaz cuando la tuvieron delante en sus respectivos programas. Se prioriza la frialdad y la acción periodística, un clima de tensión cordial. Los dos besos iniciales que se espera de algunas mujeres periodistas (por inercia protocolaria o por no parecer bruscas) crean una percepción de intimidad, confianza y cariño que no tiene que existir en un duelo periodístico riguroso. Pero, al fin y al cabo, todo tiene una lógica más simple: si Pedro Piqueras, Jordi Évole, Toni Cruanyes o Ricard Ustrell nunca darían dos besos a Feijóo o Pedro Sánchez, tampoco hay que esperar que lo hicieran Susanna Griso, Ariadna Oltra, Julia Otero o Ana Rosa Quintana. Por una simple razón de igualdad. Y así, de paso, Griso se habría ahorrado meter la pata haciendo comparativas con Rubiales.

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