"Uno es guapo toda la vida, y no hace falta ser guapo para serlo"

La historia de amor del artista Marcel·lí Antúnez

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Marcelino ANTÚNEZ

El artista Marcelino Antúnez y Begoña se conocieron mientras estudiaban bellas artes, a principios de los 80. “Ella es una mujer muy guapa, espectacular, alta. Yo, en cambio, para ella era una persona a evitar”, dice Antúnez, quien explica que tuvieron que pasar varios años para que ella se interesara por él. “En el año 79, varios colegas creamos La Fura dels Baus. Podríamos haber sido una flor de verano, pero en el 84 nuestra vida cambió. Pasamos de tocar en escuelas y fiestas mayores en el mercado internacional. Habíamos actuado en Tortosa y Alcarràs y ahora viajábamos a Japón, México, Venezuela, Caracas… Habíamos estrenado Suz o Suz, para mí lo mejor que ha hecho la Fura”, recuerda el artista.

Fue entonces, dice Antúnez, que Begoña finalmente se fijó en él. Contactó a través de su representante y tuvieron una cita. "Empezamos discutiendo, pero lo que podría haber sido un desastre no lo fue: hace treinta y cinco años que estamos juntos". “Begoña es una mujer con un carácter muy fuerte, es de madre cubana y padre vasco. Es artista también, y lo que más me impactó es que era –y es– muy buena. Había una admiración mutua y esto es lo que nos unió”, afirma Antúnez.

También los hijos les han unido mucho. "Tuvimos una juventud larga, llevábamos 10 años juntos cuando llegó la primera". Aunque los cuatro viven y trabajan en Barcelona, ​​algunos de los recuerdos familiares más especiales los han vivido en una casa aislada de todo en el Moianès. Tiene un cuadro colgado en el estudio del Raval, donde ahora prepara la obra Naturaleza Centrum Este, y es su refugio en el mundo. "Ni siquiera se ven cables eléctricos", dice el artista, que hace la reflexión de que a los humanos hay dos cosas que les distinguen: que dependen de la naturaleza y que forman parte de un clan. “La familia es lo que nos queda de los clanes que corrían en bolas por ahí. No es la única fórmula, nosotros hemos tenido épocas con relaciones muy intensas y convividas con la gente con la que hemos trabajado. Aunque parece que en la sociedad sólo la familia tenga ese espacio de clan, existen muchas más fórmulas”, señala.

En los momentos difíciles, dice, la pareja es un importante acompañamiento. “Uno está por el otro, y no porque tenga que estar, sino porque quiere estar”, afirma. El amor, añade, es “una mezcla de ganas de estar y de lealtad, de ayudar al igual que te ayudan a ti”. “El amor es un instinto que nos ayuda a vivir y que pide que pongas de tu parte”, dice Antúnez, que del amar también destaca la belleza: “La belleza con los años se va, pero no importa, porque uno es guapo toda la vida, y no hace falta ser guapo para serlo”.

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