La guerra de Ucrania y el futuro de los labradores, los ganaderos y los pescadores catalanes

Una imagen de archivo una explotación ganadera catalana
18/03/2022
2 min

La invasión rusa de Ucrania está provocando una tragedia humana, con muertos y un éxodo migratorio; está provocando la destrucción y hundimiento de un país democrático europeo; está cambiando el mapa geopolítico y la seguridad global, seguramente de manera irreversible; y está generando una gran incertidumbre económica con una crisis de suministro energético y de abastecimiento de algunas materias primas esenciales. La afectación, pues, es global. Nadie se escapa de ella. Tampoco la sociedad catalana, donde, junto a la acogida de refugiados, se está notando un nuevo retardo del turismo y la subida brutal de los precios de la energía, tanto de los combustibles como de la luz. Muchos sectores están resultando afectados, desde la industria hasta los servicios, y en especial el transporte, como se ha visto en la última huelga, mucho más dura, sin embargo, en el Estado que en Catalunya. También el sector primario, es decir, labradores, ganaderos y pescadores, está sufriendo las consecuencias. Junto con el acusado encarecimiento energético, estos colectivos han visto cómo subían de golpe los precios de los cereales y los fertilizantes. Ucrania es uno de los grandes productores mundiales de cereales y el conflicto ha hecho que el suministro haya quedado interrumpido, un problema que se alargará porque la próxima siembra difícilmente se podrá hacer en una Ucrania devastada. Tanto el maíz como la soja están por las nubes. Rusia, en cambio, es un gran productor de fertilizantes (por ejemplo de potasa, uno de los principales adobos químicos), para los que el gas resulta esencial: el veto al comercio ruso ha interrumpido este otro suministro. Así pues, la suma de los dos factores, el energético (no solo combustible, también la luz, que se usa en muchos sistemas de riego que ahorran agua) y el de las materias primas, ha llevado a multiplicar por dos o por tres los costes de producción para el sector primario.

La debilidad de este sector, que en términos de PIB tiene una importancia relativa, pero que, en cambio, es relevante por su implantación territorial y social, viene de lejos. De forma que ahora esta repentina sacudida provocada por la guerra en el corazón de Europa lo vuelve a poner en la cuerda floja. Sus portavoces alertan que, si no hay un cambio rápido, muchas explotaciones –en concreto se habla de un 30%– pueden estar en riesgo: son una muchedumbre los ganaderos, labradores y pescadores que, para mantener en marcha sus negocios, pronto gastarán más dinero del que ingresarán. Para los productores lecheros, que hace tiempos que cobran la leche por debajo del coste de producción, puede ser directamente la estocada, mientras que las granjas de engorde y las avícolas también están sufriendo.

En el sector primario catalán hay, por lo tanto, una clara situación de alerta. De aquí el llamamiento desesperado a los gobiernos español y catalán para que intervengan en el mercado y para que bajen los impuestos de los carburantes. Está en juego la supervivencia de las explotaciones, pero también la necesaria contención de los precios de los alimentos, con el efecto evidente que pueden tener en el bolsillo de los consumidores y en el conjunto de la inflación. Hay que actuar antes de que sea demasiado tarde.

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