A nivel fisiológico se gasta toda la energía que el cuerpo moviliza como respuesta al estrés. Esto ayuda a estabilizar el sistema autónomo simpático y el organismo está en equilibrio.
A nivel psicológico actúa como un distractor, porque se focaliza la atención en otra situación y permite no estar pensando todo el rato en lo que preocupa.
Activa el sistema neural de la recompensa. Las actividades placientes proporcionan sensaciones agradables, incrementan la motivación y activan los circuitos del placer.
En muchos casos ayudan a aumentar la sociabilidad. Relacionarnos con otros individuos nos ayuda a combatir el malestar.
Una vez acabada la actividad física, aumenta el nivel de endorfinas, unas hormonas que dan bienestar. También se relaciona con circuitos de analgesia y sensación de placer.
Ayuda a relajar la musculatura y a sentirnos más relajados, cómodos y con más confort.
A nivel neuronal ayuda a la liberación de la serotonina, un neurotransmisor que se asocia a estados de bienestar y controla muchas de las funciones metabólicas importantes, así como a descansar mejor por la noche.