¿Qué importancia tienen los pechos para las deportistas?

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La tenista estadounidense Danielle Collins en un partido en París, durante los Juegos Olímpicos

Una de las protagonistas de estos Juegos Olímpicos ha sido Simone Biles, la gimnasta artística que muchos consideran una de las deportistas más importantes de todos los tiempos. La hemos visto saltando, girando y, directamente, volando, desafiando las leyes de la gravedad. Está claro que el libre movimiento del cuerpo es fundamental en el deporte y que la ropa, lejos de los factores estéticos, es determinante en este sentido. Pero, para las mujeres, existe un condicionante que, si no se gestiona debidamente, puede afectar drásticamente al rendimiento: los pechos. Por eso, los sujetadores deportivos son uno de los grandes inventos que han revolucionado no solo el deporte femenino, sino también el papel de la mujer en el mundo.

La historia de esta prenda se debe a tres mujeres, Lisa Lindahl, Hinda Miller y Polly Smith, totalmente entregadas durante la década de los 70 a la pasión por el jogging y el fitness. Hasta entonces, la marca de sujetadores que dominaba el mercado era Maidenform, cuya lencería tradicional no estaba pensada para este tipo de actividades. En consecuencia, los pechos rebotaban y se movían sin control, incomodando y entorpeciendo la práctica del deporte. La solución llegó en 1977 al plantearse que, si los hombres contaban con suspensorios para sujetarse los genitales, ¿por qué las mujeres no disponían de una solución similar? Dicho y hecho, cosieron dos suspensorios masculinos, convirtiendo el triángulo que aguantaba los testículos en las copas para los senos y las cintas elásticas en los elementos de sujeción. Aportaban una elasticidad resistente pero suave y agradable, eliminando también los ganchos de cierre. Como resultado, nació el primer prototipo de sujetador deportivo, una auténtica revolución bautizada como Jogbra (jogging y bra), que con el tiempo acabaría integrada en la empresa Champion. Si los sujetadores solo se podían adquirir en tiendas de ropa interior, los Jogbra empezaron a venderse en establecimientos de deporte, como elemento indispensable para poder practicarlo. Además fueron las primeras mujeres empresarias en un sector, el deportivo, ampliamente dominado por los hombres. Los Jogbra se presentaron al mundo con unos anuncios que tenían la voluntad de alejarse de la sexualización machista como reclamo de ventas, al comprender que las destinatarias finales eran únicamente las mujeres. Los anuncios recalcaban la idea del “brain behind the bra” (el cerebro detrás del sujetador), a tono con el momento álgido de liberación de las mujeres durante la tercera ola del feminismo.

La historia del sujetador femenino no acabó con el Jogbra, sino que requirió de más mujeres emprendedoras que, a través de aportaciones individuales, mejoraron el invento. Es el caso de la jugadora de voleibol Renelle Braaten, que comprendió que no todos los cuerpos son iguales y que los pechos grandes necesitan sujetadores diferentes. Ella misma, después de tener que llevar dos superpuestos para aumentar la sujeción, en 1992 diseñó el Enell. Este sujetador, además de tener una elasticidad más resistente, acercaba el pecho a la línea central de gravedad. Braaten manifestó: "Es increíble cómo mejoras en tu deporte cuando ya no tienes que utilizar los brazos para aguantarte los pechos". Además de la diversidad de cuerpos, la triatleta Cynthia Smith entendió que cada deporte reclama especificidades distintas y que, en su caso, necesitaba un sujetador menos compresivo que permitiera respiraciones completas y profundas. Por eso ideó un sujetador que invertía la lógica habitual de esta prenda y, en vez de emplear un tejido elástico en las copas y uno rígido entre los senos, usó la tela rígida en las copas y la más elástica entre las copas copas y la espalda para minimizar el movimiento vertical y estabilizar los pechos, al tiempo que maximizaba el horizontal y facilitaba la respiración. Smith manifestó: “En la industria de la confección, el énfasis se ha puesto en cómo las mujeres necesitan cambiar sus cuerpos para adaptarse a esto o aquello, pero creo que la responsabilidad debería recaer en los fabricantes, para crear lo que las mujeres necesitan, no a al revés”.

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