Neurociencia

¿Qué le ocurre al cerebro cuando planificamos?

La corteza prefrontal actúa de "simulador" para prever los resultados de las decisiones que tomamos

Un laberinto.
09/07/2024
4 min
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Cuando debemos tomar una decisión, a menudo pasamos rato pensando en ello y planificando cuál puede ser la mejor opción. Hace tiempo que se sabe que, justo en el momento de tomarla, se activa la amígdala cerebral, que es la zona encargada de generar las emociones. Esto indica que todas las elecciones que hacemos tienen siempre un alto contenido emocional, aunque valorar racional y reflexivamente las opciones disponibles incrementa la probabilidad de acabar tomando la más adecuada. Y, cuando acertamos, entra en funcionamiento el estriado, que es la estructura cerebral que nos hace sentir sensaciones de recompensa y nos permite anticipar sensaciones placenteras futuras.

Desde una perspectiva evolutiva, la facultad de planificar presenta dos aspectos interesantes. Por una parte, somos la única especie biológica capaz de planificar a largo plazo. Esto se ha visto comparando nuestro comportamiento con el de nuestros parientes vivos más cercanos, los chimpancés. Estos animales, por ejemplo, utilizan piedras para abrir nueces y comérselas. Sin embargo, a pesar de que hayan encontrado una óptima medida y dureza, cuando van de un árbol a otro no se la llevan, sino que la abandonan y, cuando les vuelve a hacer falta una, buscan otra . No piensan que después, en un futuro más o menos inmediato, volverá a serles necesaria. Nosotros, en cambio, estamos constantemente valorando las consecuencias de futuro que pueden tener las acciones y las decisiones que tomamos, aunque no siempre acertamos.

Por otro lado, existe un segundo aspecto que tiene relación con la eficiencia de las elecciones hechas. En principio, sobre una base teórica, si disponemos de mucha más información acerca de la decisión que debemos tomar, es más probable que tomemos la más adecuada. Sin embargo, el hecho de estar pensando, valorando y planificando cuál creemos que es la mejor, mantiene el cerebro ocupado y, por tanto, refractario a incorporar informaciones nuevas del entorno.

¿Cómo escogemos cuál es la mejor opción?

Un equipo internacional encabezado por el neuropsicólogo Marcelo Mattar y el experto en neurociencia computacional Guillaume Hennequin ha investigado qué zonas del cerebro están implicadas en estos procesos de planificación y qué ventajas implican. Según han publicado en Nature Neuroscience, cuando estamos valorando cuál es la mejor decisión ante una situación y planificando el resultado, las zonas del cerebro que tenemos más activas y que están interactuando entre ellas son la corteza prefrontal, que se encarga de los procesos reflexivos, y la hipocampo, que gestiona la memoria. Además, han visto que la capacidad de planificación incrementa cuando anticipamos los beneficios que comporta razonar bien las decisiones que tomamos.

Las personas que participaron en el experimento mostraron una actividad mucho más intensa en la corteza prefrontal

Han hecho el experimento comparando las respuestas de personas y ratas en un laberinto a la vez que monitorizan su actividad cerebral, y lo han comparado con un modelo computacional. La idea es muy simple: ante cualquier cruce de un laberinto al final del cual hay una recompensa, ¿qué hacemos las personas y las ratas para encontrar su salida de forma más eficiente y rápida? Han utilizado ratas porque se sabe que son muy buenas resolviendo esta tarea y, además, los roedores son nuestros parientes evolutivos más cercanos a continuación de los primates.

Según los resultados de este estudio, en los cruces las personas pasamos un rato quietos, pensando e imaginando cuál de los dos caminos nos parece más probable que lleve a la salida. Y, cuando tomamos uno, seguimos adelante hasta el siguiente cruce, donde repetimos el proceso. Las ratas, en cambio, apenas se detienen y exploran todas las vías posibles, hacia adelante y hacia atrás antes de decidirse. Dicho de otra forma, las personas meditamos cuál creemos que es la mejor opción sin adquirir informaciones nuevas del entorno, mientras que las ratas se dedican a buscar informaciones nuevas sin meditarlas.

El cerebro 'simula' los resultados

En cuanto a la actividad cerebral, las personas del experimento mostraron mucho más intensa en la corteza prefrontal. A través de procesos de reflexividad, esta zona del cerebro actúa de "simulador" para prever los resultados de las decisiones que tomamos y las acciones que emprendemos. Utiliza los recuerdos que tenemos de experiencias pasadas a través de la gestión que hace el hipocampo y vuelca estas simulaciones en la memoria para futuras ocasiones. A partir de relativamente pocas informaciones construimos nuevos conocimientos pensando en ellos y valorándolos. En las ratas, en cambio, el hipocampo se encuentra mucho más activo, dado que va recogiendo todas las informaciones que obtiene del entorno hacia adelante y hacia atrás para explorar todas las posibles vías de salida, sin "simular" mentalmente las acciones que emprende.

Esta capacidad que tenemos para simular mentalmente los resultados y las consecuencias de las decisiones que tomamos nos otorga una ventaja selectiva: visualizar los resultados y, por tanto, poder anticiparnos. Sin embargo, existe otro aspecto interesante. Esta capacidad de planificación incrementa cuando anticipamos que, planificando bien, la recompensa final que obtendremos será mayor. Este aspecto tiene especial relevancia en educación, para estimular la reflexión y la capacidad de planificación de los estudiantes.

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