Moria, una prisión para inmigrantes

Los detenidos, hacinados y en condiciones deplorables, protestan contra los abusos policiales en el centro y aseguran: "Nos suicidaremos si nos deportan"

Cristina Mas
05/04/2016
4 min

"¡Queremos libertad! No a la deportación a Turquía", gritan con las manos levantadas, flanqueados por agentes antidisturbios. Un centenar de hombres protestan en Moria, el centro de detención donde están encerrados todos los que han llegado en patera a la isla griega de Lesbos desde el 20 de marzo. Al otro lado de la valla, una decena de periodistas seguimos la protesta tan cerca como nos permite la policía griega.

De repente, uno de los detenidos nos ha lanzado un paquete: un 'brick' de zumo que contenía algunas piedras y un papel envuelto en un plástico. En el papel se leía: "Estamos protestando sin haber hecho nada ilegal. Los policías han pegado a una mujer afgana. Nos tratan como si fuésemos animales. No saben nada de derechos humanos. La policía entra en nuestras tiendas de día y de noche y nos echan cuando quieren. Nos engañan con el asilo". Son denuncias graves que no podemos verificar porque la prensa no tiene acceso al centro que hace semanas dejó de funcionar como punto de registro para convertirse en una prisión. El escrito termina con dos puntos: "1. Aceptamos morir pero no el retorno. Y 2. Nos suicidaremos si nos deportan".

En virtud del acuerdo entre la UE y el gobierno turco, todos los que no tengan los papeles al día serán deportados a Turquía, incluidos los refugiados sirios, iraquíes y afganos. En el centro, las condiciones son cada día más difíciles: ahí ya malviven 3.300 personas en unos barracones con capacidad para 2.000. Médicos Sin Fronteras, que tiene acceso al centro, ha denunciado que las condiciones sanitarias son deplorables.

Los detenidos en Moria no han cometido ningún delito y sabemos que la mayoría ha solicitado asilo. Pero tienen que comunicarse con la prensa a través de una nota lanzada por encima de una valla. Serán deportados a Turquía, un país que la UE considera seguro para los migrantes y refugiados, a pesar de las evidentes vulneraciones de derechos humanos denunciadas por las ONG y la prensa local y extranjera.

El hacinamiento y la incertidumbre por el futuro inmediato hacen crecer la tensión entre los detenidos de Moria, donde, según explicó Save The Children, hay un millar de menores.

Sólo unos pocos han tenido la suerte de ser trasladados por razones humanitarias al campo de refugiados de Karatepé, que gestiona el Ayuntamiento de Lesbos, donde un centenar de refugiados, la mayoría sirios, llegados antes del acuerdo con Turquía, esperan que se tramite su solicitud de asilo.

De Alepo a Moria con 4 niños

Es el caso de una mujer de Alepo, que tiene miedo de decir su nombre, que llegó a la isla en una patera el 20 de marzo, el día que la UE cerraba la puerta. La trasladaron el domingo con sus cuatro hijos, de entre seis años y un año y medio. "Moria es horrible. Todo está muy sucio. Hay muchísima gente. No hay calefacción y hay que hacer mucha cola para esperar la comida. Los cuatro niños se pusieron enfermos", dice la madre. Mouna, de cuatro años, tiene una fuerte inflamación en un ojo. El padre de los niños sufrió una crisis cardiaca durante el peligroso trayecto en el Egeo y, aunque lo reanimaron, acabó muriendo en el hospital. "La policía nos vino a buscar al hospital y nos envió a Moria con las criaturas. Fue un infierno", recuerda. Ahora la madre quiere pedir asilo y dice que si hace falta se quedará en Grecia: "Vinimos para salvar a los hijos de la guerra y darles un futuro digno, y ahora yo seguiré luchando por ellos, sola".

Accés barrat al camp de Mòria.

Sólo algunas ONG han podido visitar el centro de detención. "A la hora de comer la comida que prepara el ejército se ha acabado y una ONG ha tenido que empezar a repartir raciones de arroz", explicaba tras visitar el centro Jonas Hagensen, portavoz de MSF. "Las condiciones higiénicas son muy malas: las duchas están inundadas. Y además hemos comprobado que no se da suficiente información a los retenidos sobre sus derechos ni el procedimiento de solicitud de asilo".

La mayoría de los detenidos en Moria han pedido protección internacional o tiene intención de hacerlo. Serán deportados a Turquía, que ya acoge a casi tres millones de refugiados sirios, el triple que toda la UE.

Más deportaciones

El gobierno de Ankara ha anunciado que el viernes doscientas personas más serán deportadas a Turquía. Tras la expulsión, el lunes, de 202 personas desde Lesbos y Quíos, este martes ha habido una pausa, aparentemente porque era día festivo en Turquía. Los ferrys turcos en los que se trasladaron los primeros expulsados continuaban amarrados en el puerto de Mitilene. Guardias civiles españoles y policías franceses patrullaban la zona por la mañana, en el marco del dispositivo de Frontex, la agencia europea de protección de fronteras.

El lunes Frontex admitió que las primeras expulsiones eran "casos fáciles", porque no habían pedido asilo o se habían resignado al regreso. Pero la situación es cada día más insostenible, como demuestran las protestas en Moria y Quíos, donde ayer la policía perdió la pista de un centenar de inmigrantes que tenían que haber sido devueltos en los próximos días.

Hasta ahora el gobierno de Syriza, que primero acató los nuevos recortes en el marco del tercer rescate y ahora se ha convertido en policía de las fronteras europeas, ha querido evitar el uso de la fuerza contra los recién llegados, pero ayer ordenó reforzar la presencia policial en las islas. Las pateras continúan llegando y más de 52.000 inmigrantes están atrapados en Grecia. No pueden seguir adelante y no quieren volver atrás.

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