Penny Jay: "En el mundo de la comedia hay mucha gente con depresión"
Humorista y fundadora de Riot Comedy
Sara García (Penny Jay, en redes y en el escenario) es incapaz de recordar la primera vez que subió a un escenario: “Estaba disociando, no recuerdo ni el monólogo que hice”. Tampoco es capaz de recordar con claridad en los últimos cinco años, desde que fundó Riot Comedy, un show de humor realizado solo por mujeres. "Es lo que tiene la depresión y la disociación, que te crea unos vacíos mentales dignos de haber salido de fiesta a Razzmatazz". Si fue antes la depresión o el humor, no sabe decirlo. Cuando creó la Riot tenía 27 años y acababa de conseguir su primer contrato estable en una agencia de publicidad en Madrid, pero se sentía muy angustiada por “la imposibilidad de desarrollar mi vida, de llegar a fin de mes renqueando por poder pagar el alquiler de una habitación, de ir de piso en piso”. "Podríamos decir que tenía una depresión millennial típica". El trabajo era solo una manera de ir pagando las facturas y buscó en el humor un lugar donde desahogarse. Un “hobby" que se convirtió en su trabajo actual al frente de la Riot, o como dice ella: “En mi pesadilla y mi salvación”.
Cuando asistía como público de las diferentes salas de comedia de Madrid siempre tenía que ver desfilar bajo el foco a hombres con los mismos chistes y discursos que “no hacen gracia”. “Que dediques a tu monólogo a quejarte y llamarnos putas no me apetece, ya he oído a Bertín Osborne esta mañana criticar a las mujeres, no hace falta que me lo repitas”. Sara explica cómo el mundo del humor era, y todavía es, un sector muy masculinizado, “y quien diga que no, o está ciego o miente”. “Sigue habiendo muchas dificultades para que seas aceptada dentro de esta industria. Cuanto más mainstream sea el espacio, más normativa debes ser físicamente”. Hasta que Sara creó la Riot, no se atrevió a ponerse delante de un micrófono.
Conseguir la primera sala donde actuar no fue difícil, conseguir las siguientes, sí: muchas salas ni siquiera le respondían los correos y otros descartaban el show porque "el humor de mujeres no vende". "A mí esto me hace mucha gracia, porque te dicen que el humor de mujeres no es "mainstream", pero, en cambio, que ellos hablen continuamente de sus pajas es para todos los públicos". La situación no empezó a cambiar hasta encontrarse con espacios dirigidos por mujeres. A partir de aquí, y del éxito llenando salas, sí empezaron a contestarle los correos y a programarla.
La vorágine de producir, realizar y actuar en la Riot hizo que llegara un punto en el que dejó el trabajo para volcarse plenamente en el proyecto. Ese salto al vacío y el acoso que recibió en internet después de ir a La Resistencia, sumado a varios episodios de bullying laboral dentro del sector, acabaron de empeorar su salud mental. De ahí que hable de “pesadilla”. Una pesadilla durante la que tuvo dos intentos de suicidio y que ahora lo narra en el libro Puta, Gorda, Feminazi, que acaba de publicar. El título condensa la retahíla de insultos que ha recibido durante estos años en las redes o como dice ella: “Son los títulos nobiliarios que me ha puesto Forocoches”. Pese a la depresión, explica, nunca ha dejado de hacer comedia porque "los monólogos son una manera lidiar con el malestar". “El humor es la forma artística más asequible para cualquier persona, por lo que en el mundo de la comedia hay mucha gente con depresión. Es un grito en el vacío y para los que no es un grito al vacío, es un grito en su propio ego”.