Las redes sociales pueden convertirse en un factor de presión importante estas fiestas. Mucha gente comparte las comidas en familia, los viajes o escapadas, los regalos… Enseñan solo la cara más bonita y algo azucarada de la realidad de las fiestas de Navidad, y esto puede suponer una presión para mucha gente que acaba pensando que los otros se lo están pasando mejor y que sus fiestas no son lo suficientemente interesantes. “Tenemos que tener claro que las redes son un gran escaparate y un gran envoltorio que reviste cualquier situación de manera muy bonita, pero por dentro puede no serlo tanto”, dice el psicólogo José Ramón Ubieto. Esto nos servirá para coger distancia con las decenas de fotografías y vídeos de Navidades aparentemente ideales que iremos viendo durante estas fiestas. “Las redes no son una referencia real de la vida. No son la vida, comentan la vida. Y tenemos que tener presente que cuando hacemos un comentario podemos añadir toda la salsa que queramos”, dice este experto para intentar reducir el impacto que esto puede tener en algunas personas.
No hablar de política ni de dinero: las claves para tener las comidas de Navidad en paz
Psicólogos y expertos dan consejos para afrontar preguntas incómodas y debates conflictivos en las comidas y cenas de estas fiestas
BarcelonaSe acercan las fiestas y quien más quien menos tendrá que pasar por alguna comida familiar donde compartir mesa, rato y conversación con personas a las que quizás hace tiempo que no ve, con las que los separan muchos años o diferencias ideológicas. Después de los años pandémicos en los que no hubo celebraciones multitudinarias, este año parece que volverán las mesas llenas, y esto genera ilusión en mucha gente, pero también pereza, angustia o nervios. Y es que volver a reencontrarse quiere decir, para muchos, volver a enfrentarse a preguntas incómodas –parejas que tienen que aguantar el alud de comentarios inquisidores para saber por qué no tienen hijos, jóvenes a los que se pide cuando traerán al novio o la novia, etc.– o tener que aguantar al cuñado que lo sabe todo, la tía con ideas retrógradas o los adolescentes rebotados que solo miran el móvil.
La psicóloga Dolors Líria reconoce que este año “hay muchas ganas de tener una Navidad normal” y que esto puede llevar a vivir las fiestas “con mucha alegría porque estamos contentos de reencontrarnos y damos peso al disfrute” o, en cambio, puede llevar “a experimentar cierta angustia e inquietud por ver cómo irá todo después de tanto tiempo, y esto puede añadir una intensidad emocional a unas fiestas que intensas ya lo son mucho”.
En la misma línea se expresa José Ramon Ubieto, profesor de los estudios de psicología y ciencias de la educación de la UOC, que asegura que no se puede generalizar porque cada familia es un mundo pero, aún así, “hay muchas familias que esperan esta Navidad con ganas porque después de la pandemia hace más ilusión reencontrarse con normalidad”. A pesar de todo, recuerda que también hay mucha gente que vive estas fechas con angustia o dudas porque “las familias son un lugar donde hay muchas pasiones, donde pasan muchas cosas, buenas y malas, y a menudo hay muchos temas pendientes, y esto se ve cuando llega Navidad y los encuentros”.
Una pregunta comodín
Para intentar rebajar la tensión y conseguir que las comidas salgan bien, Dolors Liria aconseja focalizarnos en una pregunta clave: “¿Cómo estás?” Según la experta, cuando hacemos esta pregunta estamos dando al otro la oportunidad de que nos hable de cómo se siente, de qué ha pasado durante el tiempo en el que no nos hemos visto, “y entonces pueden salir cuestiones muy interesantes”. A pesar de que la psicóloga reconoce que no hay una fórmula general que sirva para todas las familias, ella cree que esta pregunta puede ser un buen comodín. “Después hay familias a las que les gusta mucho debatir y otras a las que el conflicto las incomoda; por lo tanto, no se puede encontrar una receta válida para todo el mundo”. Ella aconseja evitar comentarios que puedan hacer sentir al otro que estamos juzgando o pidiendo explicaciones: “Esto no hará sentir bien a nadie –dice–. Quizás la persona que tenemos delante tiene situaciones privadas que desconocemos y con nuestros comentarios la podemos hacer sentir mal”.
Lo que sí está claro es que hay temas “que despiertan pasiones y pueden generar muchas fricciones”, dice la psicóloga, y son, sobre todo, la política y la religión. “Las conversaciones sobre estos temas pueden generar conflictos en la mesa”, alerta. En la misma línea se expresa la organización norteamericana sin ánimo de lucro The Family Dinner Project, que se dedica a ayudar a las familias a hacer más comidas juntas –y en paz–. Esta entidad destacaba en un artículo en The Washington Post que hablar de temas políticos durante las comidas navideñas “es una manera de hacer descarrilar el buen ambiente en la mesa”, y aconsejan que cuando la cosa se caliente “no se intente cambiar las ideas políticas de los otros comensales, solo intentar cambiar de tema”.
La política como canalizadora de tensiones
Para José Ramon Ubieto, los temas más complicados y que pueden provocar más fricciones en la mesa son, en primer lugar, “las cuestiones de herencias familiares”, porque “son temas económicos y a la vez sentimentales que despiertan muchas pasiones y no son nada racionales”, así que, según él, no es nada buena idea tratarlos en las comidas de fiesta. Ubieto también coincide en que, aparte de esto, la política es el otro gran tema conflictivo. “Puede generar mucha tensión, lo hemos visto con cuestiones como la independencia de Catalunya y el Procés, y también lo vemos con cuestiones de derechas o izquierdas, pero tenemos que tener presente que a menudo estas fricciones son una manera de canalizar diferencias o tensiones que ya existen. Son temas que hacen aflorar sentimientos negativos previos”, alerta.
Lo que pasa muchas veces es que estos temas, como la política, hacen que la conversación se caliente rápidamente y el clima en la mesa se enrarezca. ¿Qué hacemos cuando la situación se nos escapa de las manos? “Tenemos que pensar cómo conseguir que el problema no vaya a más”, dice Dolors Liria. “Todo lo que tiene que ver con las emociones, cuando va en aumento, hace que el pensamiento se bloquee y pasemos a tener acciones impulsivas (decir las cosas mal, responder de manera agresiva, etc.), y por eso hay que evitar la escalada”, dice. Para la psicóloga, la mejor estrategia es que, “si vemos que hay tensión por algún tema en concreto, tenemos que ayudar a los que están metidos a destensar la situación o a cambiar de tema, y si somos nosotros los que estamos metidos tenemos que buscar distancia para reducir la tensión interna, y esto se puede hacer levantándonos un momento de la mesa, saliendo al balcón… Es muy importante hacerlo para podernos colocar de manera más constructiva ante aquella situación”, dice.
Ubieto reconoce que “todas las familias tienen sus agujeros negros, que son aquellos temas conflictivos que siempre acaban mal”, y ante esto recomienda tener muy presente que “no tenemos que intentar arreglar las cosas en una cena". "Las comidas navideñas no son un lugar de mediación ni la consulta de un psicólogo, tenemos que focalizarnos en lo que tenemos en común y no en lo que nos separa”, aconseja.
Otro de los consejos que da The Family Dinner Project para que los encuentros de Navidad sean tranquilos es dejar de preguntar a la gente cuándo vendrán con pareja, cuándo se casarán o cuándo tendrán hijos. “Hay gente que ha tomado la decisión de no tener hijos, otros que pueden estar pasando por un proceso de fecundación complicado o incluso haber sufrido un aborto de forma reciente”, alertan desde la entidad, y estas preguntas pueden ser “intrusivas o dolorosas”. Dolors Liria reconoce que estas preguntas y comentarios pueden “generar mucho malestar”, pero también recomienda “buscar estrategias para gestionarlas”. “Si las preguntas las hace una persona de una generación mayor, tenemos que pensar que quizás no se está planteando determinadas dificultades que podemos estar viviendo. Pretender que no hagan estas preguntas es poco realista, pero tenemos varias opciones", dice. "Una es prepararnos y sabernos colocar ante la idea de que esto pase. Si sabemos que ese tema es delicado para nosotros, lo mejor sería preparar una respuesta adaptativa e intentar relativizarlo, pensando que el otro no lo ha hecho con mala intención”. Otra opción, según la experta, es “poner límites de manera asertiva, sin herir al otro, y decir a la otra persona que no queremos hablar de ese tema porque es difícil para nosotros”.
Pero ¿por qué hay gente capaz de hacer comentarios o preguntas tan desafortunadas y ni darse cuenta? Liria dice que esto “tiene que ver con la capacidad de conectar con el mundo interior de los otros”. Es una característica que va más allá de la empatía, destaca, y es más “una falta de conexión con el impacto que puede tener lo que decimos a los demás”. Mucha gente piensa que si una cosa no les molesta a ellos tampoco molestará a los otros, “pero puede ser que nos equivocemos, porque el otro puede tener una vivencia completamente diferente, otra sensibilidad…”
Como conclusión, una cosa que está muy bien, dice Liria, es "poder expresar de manera explícita lo contentos que estamos de vernos otra vez y celebrar: esto casi siempre funciona".