Homenotes y danzas

La noche que cambió la historia del gigante de los neumáticos Michelin

Édouard Michelin se inventó un neumático desmontable para bicicletas, que después exportó a coches y trenes

El empresario industrial Édouard Michelin, el padre de los emblemáticos neumáticos
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Édouard Michelin Empresario

  • (1859-1940)

A menudo, a lo largo de esta serie, hemos destacado la figura de emprendedores que consiguieron dejar una huella bien profunda en la cultura popular, ya fuera a través de un producto que se transformó en genérico (es el caso de Bimbo, empleado como sinónimo de pan de molde) o bien mediante la implantación de un eslogan que se insertó de forma natural. ugène Schueller, tiene uno que es un buen ejemplo). En este sentido, no es ningún secreto que hoy en día, y desde hace muchas décadas, el apellido Michelin forma parte del idioma de forma inequívoca para referirse a ciertas capas de grasa que se forman en lugares determinados del cuerpo humano. No entraremos en detalles, pero sí dejaremos patente que esta expresión deriva de un muñeco que durante muchos años fue la mascota de este fabricante de neumáticos francés.

Que Édouard Michelin fuera hijo de un pintor y grabador de gran prestigio, y que hubiera estudiado en la Escuela de Bellas Artes de París parecía que eran indicios suficientes para que tratara de probar suerte en el mundo artístico, pero por un cambio de planes repentino cuando aún no había cumplido los treinta años, se vio obligado a volver a su Clermont-Ferrand na uno para la agricultura que empezaba a hacer aguas. Tanto él como su hermano mayor, André, se pusieron manos a la obra para enderezar la situación. Una noche de 1891 todo cambió: un ciclista que había pinchado se acercó a la fábrica para pedir que le reparan el neumático. Lo que Michelin se encontró fue un mecanismo muy difícil de desmontar porque el caucho y la cámara de aire estaban enganchados a la llanta mediante unas pestañas de ropa adheridas de forma casi artesanal. Este sistema provocaba que tanto montar como desmontar la rueda fuera una tarea muy pesada, y eso le hizo pensar: era necesario que las ruedas fueran desmontables y que, a lo sumo, se pudiera sustituir la cámara en un cuarto de hora. Una reflexión que cambiaría el mundo.

Enfocado en buscar el neumático desmontable, puso a la fábrica a trabajar en esa dirección, y al cabo de pocos meses ya tendrían la solución. Ese mismo año realizaron la prueba de fuego en la carrera ciclista París-Brest y el resultado fue todo un éxito. Testeado el invento en las bicicletas, tres años más tarde lo adaptaron a los coches de caballos y en 1895, a un automóvil experimental. El impacto del neumático desmontable en el mundo de la automoción fue total, porque permitió reducir en gran medida las vibraciones que las ruedas transmitían a la carrocería y que el caucho macizo no era capaz de amortiguar. Si antes de la innovación resultaba inviable superar los veinticinco kilómetros por hora, en pocos años de aplicación se alcanzó los cien.

El emprendedor no se detuvo aquí, porque aún antes de saltar de siglo decidió probar su invento en las ruedas de hierro de los trenes, con lo que logró no sólo reducir las vibraciones de los vagones sino que adicionalmente mejoró, en gran medida, la adherencia a los raíles. Y después de las bicicletas, los carruajes, los automóviles y los trenes, Michelin aún quería más, y miró hacia el cielo. Poco después instauró la Copa Michelin de Aviación, que empezó en 1908 con un abundante premio en metálico. Sólo habían pasado cinco años del invento de los hermanos Wright y Michelin ya fue consciente del potencial militar que tenían esos aparatos. "El futuro de Francia está en el aire", profetizó Michelin, y seguidamente puso en marcha la fabricación de aeroplanos. Poco después estallaría la Primera Guerra Mundial, en la que las fuerzas aéreas tendrían un papel muy destacado y, en especial, los cientos de Breguet-Michelin que bombardearon las posiciones enemigas.

En el periodo de entreguerras, Michelin era ya uno de los fabricantes de neumáticos más poderosos del mundo (tenía alrededor del 50% de la cuota de mercado mundial) y, además, era proveedor de Citroën, una de las grandes marcas francesas de automóviles. En 1934 la situación financiera de Citroën era tan delicada que no pudieron hacer frente a las deudas con Michelin y éste se quedó la empresa, que pudo reflotar.

Históricamente, siempre se ha considerado que Michelin fue un empresario paternalista que impulsó políticas de carácter social en la compañía, pero en los últimos años se han publicado informaciones que le vinculan a prácticas contrarias al movimiento obrero de la década de los años veinte, parecidos al pistolerismo que se vivió en Cataluña en esa misma época.

Hoy en día la compañía que creó Édouard Michelin tiene unas ventas cercanas a los 30.000 millones de euros, emplea a 132.000 trabajadores y absorbe el 15% del mercado mundial del neumático. El máximo accionista de la empresa (4,2%) es Mage-Invest, el holding inversor de la familia fundadora.

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