El Papa desdramatiza el debate sobre Catalunya

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El papa Francesc, este miércoles al Vaticano

BarcelonaEl papa Francisco a buen seguro que descolocó a una parte muy importante de la jerarquía eclesiástica española con la naturalidad con la que afrontó las preguntas de Carlos Herrera en la Cope sobre el proceso catalán. Lejos del desgarro de vestiduras y los aspavientos habituales en los pronunciamientos de ciertos obispos, el pontífice quitó hierro a la cuestión recordando lo que es una obviedad histórica, y es que hay muchos precedentes de independencias de países en el pasado reciente europeo, y citó en concreto el caso de Kosovo, que España no reconoce precisamente porque lo considera un precedente peligroso para Catalunya o Euskadi. Francisco, sin embargo, fue más allá de normalizar y desdramatizar el debate sobre la independencia de Catalunya, y puso el dedo en la llaga cuando hizo hincapié en el concepto de reconciliación: "La unidad nacional es fascinante, pero nunca se logrará sin la reconciliación de los pueblos", dijo. En este sentido, el Santo Padre instó a España a "reconciliarse con su propia historia".

El papa Francisco se aleja, pues, de los que consideran la unidad nacional como "un bien moral de obligada protección", en palabras del cardenal Antonio Cañizares o el expresidente de la Conferencia Episcopal Española Antonio María Rouco Varela. Y con pocas frases desmonta el pensamiento que hoy en día es hegemónico en los círculos conservadores y ultracatólicos, es decir, que España no tiene ningún problema de reconciliación (excepto por los intentos de la izquierda de remover el pasado) y que la unidad nacional no es una mera cuestión política sino de fe. Y, al contrario, el Papa se alinea así con los sectores más moderados y dialogantes, encabezados por el actual presidente de la CEE, el arzobispo de Barcelona, Joan Josep Omella.

Omella fue el artífice del posicionamiento de la CEE a favor de los indultos, cosa que le provocó un alud de críticas desde todos los sectores de la derecha (desde Casado a Abascal) e incluso otros miembros de la Iglesia. Su rival en la elección al frente de la Conferencia Episcopal, el arzobispo de Oviedo, Jesús Sanz Montes, publicó un artículo en el Abc muy crítico con el apoyo a los indultos. Y el expresidente español José María Aznar, recordando también las palabras contemporizadoras del presidente de la CEOE, Antonio Garamendi, lanzó una de sus admoniciones: "Son días para apuntar y no olvidar".

Las palabras del pontífice son un apoyo explícito a la postura conciliadora que ha intentado mantener durante todo este tiempo la Iglesia catalana y que le ha provocado fuertes críticas tanto de sus colegas españoles y los sectores más españolistas como del independentismo más irredento. Algunos de ellos, como el dimitido obispo de Solsona Xavier Novell, habían visitado a los presos políticos a la prisión (no es el caso de Omella, sin embargo, que siempre ha calculado muy bien sus gestos).

En todo caso, estas palabras tendrían que servir también para que el presidente español, Pedro Sánchez, pierda el miedo a afrontar el debate abierto en Catalunya y también otros como el de la memoria histórica. Porque no siempre se tendrá a favor el viento del Vaticano.

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