Cuando piensas que nadie te hará daño

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Not a pretty picture

Hay una película que ha pasado muy desapercibida en la cartelera. Quizás porque es la recuperación de un filme rodado hace cincuenta años y, además, es un ejercicio incómodo. Sin embargo, es muy revelador. Not a pretty picture ya nos avisa con el título de que lo que veremos no es hermoso ni será fácil. La directora Martha Coolidge la rodó en 1975 casi como un experimento terapéutico. Tenía entonces veintiocho años y la película le servía para afrontar y entender la violación de la que fue víctima cuando iba al instituto. Eligió con mucho cuidado a los dos protagonistas (Michele Manenti y Jim Carrington) para que la interpretaran a ella cuando tenía dieciséis años ya su violador. Con ellos y varios actores más recrea el contexto y la secuencia de la agresión sexual que sufrió una noche de 1963 en Nueva York. La película es un híbrido entre el documental y la ficción. El filme se detiene para conversar con los actores sobre la violación. Se incluyen las intervenciones de la directora y muestra su reacción cuando revive la escena traumática. La actriz protagonista que hace de ella con dieciséis años también sufrió una violación en el instituto y esto permite profundizar más en las sensaciones y pensamientos que rodean la situación. La reconstrucción es incómoda, pero muy valiente. Y el testimonio del actor Jim Carrington, quien interpreta el rol del violador, expresa lo que le genera un personaje violento en un contexto tan desagradable.

El resultado es un ejercicio revelador y moderno desde la perspectiva actual, pero más si tenemos en cuenta que el rodaje se llevó a cabo hace casi cincuenta años. La película lleva al espectador a compartir la angustia. “No puedo seguir viéndolo”, dice la propia Coolidge durante la filmación. La conexión con la víctima es absoluta. Y, sin embargo, doce años después de haber sufrido esa violación la directora admitía al final de la película que aún tenía miedo.

Hace dos semanas, la actriz francesa Judith Godrèche denunció en un discurso en la gala de los premios a César las violaciones y abusos que sufrió con catorce y quince años de los directores Benoît Jacquot y Jacques Doillon. El primero tenía entonces treinta y nueve años y el segundo cuarenta y cuatro. Y en ningún momento se escondieron de su conducta. Eran impunes en una sociedad que aprobaba que aquellas relaciones formaban parte de una instrucción sexual en chicas púberes. En un discurso valiente y lleno de metáforas, instigaba a la industria cinematográfica francesa a reconocer su silencio ante los constantes abusos a chicas menores: “El mundo nos mira. Viajamos con nuestras películas. Tenemos la oportunidad de estar en un país donde parece que la libertad exista. Con la misma autoridad moral que tenemos a la hora de crear, tengamos el coraje de decir en voz alta lo que susurramos en voz baja”. Y, pese al discurso, no escondía el miedo a la hora de tambalear el poder. Su testimonio conecta con el de Vanessa Springora, la editora que en su libro El consentimiento (Empúries, 2020) denunciaba, tres décadas más tarde, la relación de abuso que sufrió de adolescente del escritor Gabriel Matzneff, treinta y seis años mayor que ella.

Todas expresan el sentimiento de miedo a pesar del valor de hablar de ello, cuando sienten que la sociedad puede empezar a entenderlo. En Not a pretty picture, la actriz que hace de Martha Coolidge, interrogada sobre las emociones de aquella terrible experiencia, se recuerda a ella de adolescente: “Tienes el convencimiento de que nadie te hará daño”. El testimonio de todas ellas permite constatar el enorme peso del dolor que las ha acompañado durante tantos y tantos años.

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