¿Dónde está el plan para regenerar España?

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Simpatizantes trasladan su apoyo a Sánchez en los alrededores de Ferraz

Tras cinco días de hermetismo en la Moncloa y muestras exageradas de apoyo en la calle de ministros y ciudadanos, Pedro Sánchez ha acabado con el suspense anunciando que, por mucho que les ataquen a él y su esposa, ha decidido quedarse y plantar cara. El problema es que su discurso, lleno de expresiones grandilocuentes como afirmar que lo que vendrá ahora es "un punto y aparte" que tiene como objetivo abordar "la regeneración pendiente de nuestra democracia", no va acompañado de ningún anuncio concreto ni batería alguna de propuestas. Ni siquiera ha anunciado una cuestión de confianza o una reunión con los grupos parlamentarios para abordar esa regeneración. Como si nada hubiera pasado. Y encima con una utilización partidista de instituciones como el CIS, que pocos minutos después de comparecer él hacía pública una encuesta totalmente increíble en la que el PSOE le quita 10 puntos al PP solo a causa de la famosa carta. Una operación, por cierto, que se produce en plena campaña electoral catalana, un período en el que las instituciones deben ser especialmente cuidadosas y neutrales. Y estos días Sánchez ha sido menos neutral. Más bien ha parecido que ha querido someter a la población a una especie de chantaje emocional inaceptable en política.

Pero si damos por bueno que Sánchez se ha dado cuenta estos días de la gravedad de la situación a raíz de la admisión a trámite de una querella contra su mujer, la reflexión que asegura que ha hecho debería llevarla a actuar en el campo de la justicia con diligencia. En cuanto al poder judicial, es urgente acabar con el secuestro del CGPJ por parte de la derecha y renovar el órgano para que pueda cumplir sus funciones con normalidad. Pero eso tampoco sería suficiente. Habría que afrontar una reforma profunda de la ley para evitar el uso espurio de la figura de la acusación popular, trasladar las instrucciones de los casos de los jueces a los fiscales y acabar con la anomalía que supone en Europa la Audiencia Nacional, una especie de tribunal de excepción que se superpone a la justicia ordinaria. Más a largo plazo debería democratizarse aún más el acceso a la carrera judicial para evitar que sea un terreno acotado a una determinada clase social y abonado al corporativismo. Seguro que sus socios estarán encantados de apoyarle en este ámbito.

En cuanto a los falsos medios de comunicación que son en realidad instrumentos de propaganda o de difusión de fake news, es mejor que exista una autorregulación de los profesionales de la información que permita saber qué medios actúan con criterios periodísticos y cuáles no. También es cierto que la publicación consciente de mentiras como vimos durante el Proceso (por ejemplo, las cuentas falsas en el extranjero de Xavier Trias o Artur Mas) debería tener consecuencias para los medios, así como el acoso personal que practican algunos de esos falsos periodistas. No todo vale. Como tampoco vale la connivencia de medios, políticos e intereses económicos que los ciudadanos deben conocer.

Se trata de cuestiones delicadas y que reclaman un acuerdo amplio. Por eso, si Sánchez quiere que creamos que es sincero, debe presentar un plan ambicioso para regenerar España.

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