"Me preguntaba por WhatsApp qué hacía y dónde estaba a todas horas"
Cristina sufrió durante más de dos años violencia de control, un fenómeno en auge entre los adolescentes
Barcelona«Si tardaba más de un minuto en responder un mensaje suyo por WhatsApp se ponía nerviosísimo, sobre todo si veía que yo estaba en línea. Y me empezaba a presionar con más mensajes". Cristina -un nombre ficticio- tiene 16 años. Acaba de romper una relación de dos años y medio con un chico un año mayor que terminó siendo una auténtica pesadilla para ella debido al progresivo control que fue ejerciendo sobre su vida a través de las diferentes redes sociales. "Me obligaba siempre a darle mi móvil y revisaba con quién hablaba", explica Cristina. Y añade: "Miraba todas las redes sociales en las que estoy, como el WhatsApp y el Facebook, para ver en mis actualizaciones a quién le ponía likes. Me cohibía y él no me dejaba ni tocar su móvil".
El ejemplo de Cristina constata el aumento, en los últimos años, de un machismo entre adolescentes que se sirve de los mecanismos de control que hacen posibles las numerosas redes sociales aparecidas. La relación de pareja se fue envenenando a medida que crecían los celos de su novio, que fue trasladando su actitud machista del mundo virtual al real. "¿Cómo vas vestida hoy?", cuenta que le preguntaba por mensaje cada mañana. "Si le contestaba que llevaba leggings, ya la teníamos armada, porque me decía que me los ponía para ligar con otros chicos. Y si me venía a buscar a la escuela por la tarde y veía que llevaba los labios pintados se negaba a darme besos y se enfadaba muchísimo".
Como la gran mayoría de adolescentes, Cristina es activa en muchas redes sociales. "Ahora mismo estoy en WhatsApp, Facebook, Instagram, Snapchat y Ask", enumera. Pero la que, sin duda, le trajo más problemas es WhatsApp. "Si le escribía para decirle buenas noches y veía al día siguiente que me había conectado minutos después de habernos despedido empezaba a interrogarme acerca de por qué lo había hecho, con quién había hablado... Era un calvario" , recuerda. "Al final me tenía que inventar excusas de todo tipo para justificar que hubiera entrado en el WhatsApp después de haberle dicho adiós", añade.
"No hables con chicos"
El auge de las redes sociales es una de las principales causas que han fomentado el incremento del machismo entre adolescentes, ya que facilitan el control sobre la pareja y son, también, el principal vehículo de comunicación y de construcción de la identidad de los jóvenes. "Al final era un control total. «No te acostumbres a maquillarte, no te pongas eso que no me gusta, no hables con chicos, no vayas sin mí a la discoteca», me decía".
El control excesivo condujo a Cristina a un aislamiento social. "Me distancié durante mucho tiempo de mis amigas porque no le caían bien y me pedía que no saliese con ellas. Lloraba cada día porque me sentía sola", describe. "La anuló completamente", sentencia su padre. "Me preguntaba por WhatsApp qué hacía y dónde estaba a todas horas", recalca ella.
Aislada socialmente
Y como ocurre muchas veces, sólo la gente de fuera veía con claridad la situación. "Al principio, antes de quedarme aislada, mis amigas me lo decían siempre -recuerda-. Me decían que abriera los ojos, que le plantara cara, que no era una relación sana... Y yo les decía que sí, pero seguía igual".
Las discusiones a través de WhatsApp eran cada vez más habituales. Pero siempre hasta que él decía basta: "Me bloqueaba el usuario para que no le pudiera replicar". Cristina terminó actuando de la misma manera que él como respuesta a una situación cada vez más insostenible. "Con el tiempo me he dado cuenta de que su manera de ser hacía que yo también quisiera actuar como él, cuando en realidad a mí me daba absolutamente igual. No soy así", lamenta ahora.
Un tercio de los jóvenes lo aceptan
Un informe de la Delegación del Gobierno para la Violencia de Género, del Ministerio de Sanidad, puso de manifiesto que uno de cada tres jóvenes en el Estado acepta la violencia machista de control. Y en varias comunidades autónomas las denuncias por violencia machista entre adolescentes se han incrementado considerablemente en los últimos años. "Es evidente que, potencialmente, una persona que hoy es así puede derivar en cosas mucho peores a medida que se vaya haciendo mayor", reflexiona el padre de Cristina.
Ahora Cristina vive mucho más tranquila. La relación que la anuló forma parte del pasado y ha recuperado las amistades. Además, ha aprendido a detectar rápidamente la frontera que hay entre una relación de igual a igual y una que no lo es. "Tengo una amiga que está con un chico y que vive una situación similar y estoy intentando que abra los ojos", confiesa. "Le repito siempre que ante situaciones de control por parte de su novio se plante: di no, no y no".