entrevista

Ramon Gabarró: “Supimos transformar la crisis en una oportunidad para crecer y mejorar”

Gerente de Gabarró, empresa catalana especializada en comercialización y transformación de madera

Marc Amat
2 min
Ramon Gabarró: “Supimos transformar la crisis en una oportunidad para crecer y mejorar”

Las raíces de su empresa hay que buscarlas en 1850.

Sí. Pese a que entonces todavía no había ningún Gabarró al frente, la empresa ya trabajaba la madera. Concretamente, se dedicaba a fabricar carruajes y tartanas para transportar a personas, una actividad que se interrumpió de lleno con la irrupción en el mercado de los primeros vehículos de vapor y de gasolina. En 1907, mi bisabuelo cogió las riendas y, poco a poco, la empresa empezó a virar hacia el mundo de la importación y distribución de madera. Gabarró creció notablemente a partir de 1959, gracias a la puesta en marcha de los planes de estabilización. Yo entré en la empresa en 1996, cuando Gabarró tenía unos 80 trabajadores, tres almacenes en Catalunya y uno más en Vinaròs, a través del cual dábamos servicio en la zona de la Sénia.

La crisis golpeó con fuerza a un sector que hoy en día supone el 1,6% del PIB catalán. ¿Cómo les afectó?

Fueron unos años muy duros pero que, en el fondo, se transformaron en una oportunidad inmensa para crecer y mejorar: ganamos cuota de mercado y pudimos posicionarnos mejor. Evidentemente, tuvimos que tomar decisiones desagradables, como aplicar una reducción de plantilla, pero la buena gestión económica que habíamos hecho en los años anteriores nos permitió tener suficiente almohada para afrontar un momento difícil como aquél. En cambio, hubo empresas competidoras mayores que la nuestra que se vieron obligadas a bajar la persiana.

Y ustedes salieron ganando.

El cierre de estas empresas dejó a muchos clientes huérfanos de proveedores, los cuales vieron en Gabarró una empresa solvente, fiable y con una buena gama de productos. Asimismo, liberaron en el mercado una gran cantidad de personal válido y con una gran experiencia que nosotros pudimos incorporar. De hecho, a los jóvenes cada vez les atrae menos trabajar en el mundo de la madera. Durante la crisis se cerraron los cursos de formación profesional que se impartían en la Sénia y en los Salesianos de Sarrià y las retribuciones no han sido muy altas. Era el oficio de san José, pero esto no significa que deba ser un oficio de pobres. Simplemente, los jóvenes ya no lo ven atractivo: la mayoría quieren ser desarrolladores de apliques. Hay que luchar por dignificar los oficios artesanos.

¿Para qué tipo de cliente trabajan?

Es bastante variado: vendemos a pequeños carpinteros e instaladores, pero también a grandes empresas del mundo del mueble o fabricantes que han aceptado encargos concretos, como por ejemplo hacer hoteles o teatros. Sin embargo, no suministramos material a particulares. El hecho de ser una empresa con tantas generaciones detrás nos ha permitido, entre otras cosas, fidelizar a parte de nuestra clientela. Los contactos comerciales también pasan de padres a hijos.

Por cierto, ustedes empezaron a exportar tan sólo unos meses antes del estallido de la crisis.

Sí. Fue en junio del 2008. Hasta entonces nunca habíamos ido fuera: si bien ahora también vendemos con marca propia, antes sólo importábamos madera y la veníamos. No habría tenido sentido salir fuera de nuevo a venderla. Ahora estamos en una docena de países, con un gran tirón en el norte de África, y estamos abriendo mercados en América Latina. Supone un 3% de la facturación, pero ya tenemos un pie fuera. En total, el pasado año movimos 39 millones y medio de euros.

stats