Movilidad sostenible

Dos recetas para repensar el espacio público y la movilidad sostenible en Gerona

Entrevista a la activista de la bicicleta Melissa Bruntlett y el urbanista de Milán Demetrio Scopelliti, participantes en las jornadas Repensem Girona sobre la transformación de la ciudad

Los activistas por la movilidad sostenible Melissa Bruntlett y Demetrio Scopelliti en las vueltas de la plaza Assumpció del barrio de Sant Narcís de Girona.
Redacció
22/11/2024
5 min

Gerona¿Cuál es el futuro de las ciudades intermedias? ¿Qué recetas de éxito tenemos a nuestro alcance para avanzar en la movilidad sostenible y el uso del espacio público? Las jornadas Repensem Girona, celebradas del 19 al 21 de noviembre con la participación de más de 400 personas, han sido una oportunidad para reflexionar sobre los cambios que está experimentando la ciudad y las transformaciones urbanas necesarias para construir un futuro sostenible. Han participado Melissa Brutlett y Demetrio Scopelliti como testigos de casos internacionales de éxito.

L'activista i consulta en mobilitat sostenible Melissa Bruntlett.

Melisa Bruntlett

Activista y consultora en movilidad sostenible (Delft, Países Bajos)

"Si la gente se enfada, es porque haces las cosas bien"

Hace más de una década que Melissa Bruntlett y su pareja, Chris, trabajan para construir ciudades donde las bicicletas desplacen a los coches. Su pulsión por el cambio fue convertirse en padres y ver la necesidad de transformar dónde vivían sus hijos. "La gente de mi alrededor no paraba de preguntarme cómo lo hacía para moverme cada día en bici con niños de 1 y 3 años y decidí compartir mi día a día, sobre todo las bonitas historias", rememora. Esa historia se convirtió en narrativa y ahora es consultor en todo el mundo sobre cómo pedalear puede transformar las ciudades. Cuenta su día a día en la cuenta de instagram @modacitylife y en dos libros –muy pronto ya serán tres– que se han convertido en cabeceras de referencia sobre movilidad sostenible. Nacida en Canadá, Bruntelett lleva seis años viviendo en Delft, en los Países Bajos, y trabaja para encontrar recetas que tengan de ejemplo modelos de éxito como el holandés aplicables a diferentes ciudades del mundo.

Partiendo del ejemplo de Delft, de 100.000 habitantes como Girona, ¿cómo una bicicleta puede cambiar una ciudad?

— La historia de Delft con la bicicleta empezó a finales del 60 y principios de los 70. Fue de las primeras ciudades en experimentar con la bici y desarrollaron la primera red de carriles que se ha convertido en un estándar para los Países Bajos. Y significa no crear una única red, sino tres: una eficiente para unir puntos de distancia, otra para ir a la escuela oa comprar, y una última para conectar a los vecinos. Parte de la historia de éxito de los Países Bajos en este sentido es haber conseguido que los carriles bici sean seguros, atractivos y fáciles de ubicarse en ellos. Aunque seas nuevo en Delft, sabes cómo moverte. Esto ha sido un éxito desde hace 50 años en Delft y mi trabajo es buscar la fórmula para otras ciudades.

Para analizar la ciudad, en el marco de las jornadas Repensem Girona se han organizado diferentes caminatas.

¿Qué receta sería para Gerona?

— Cada ciudad es diferente, por eso cuando me piden recetas siempre digo que es primordial entender quién vive en la ciudad y qué necesidades tiene. : si más zonas verdes, transporte público, una mejor red para circular en bici... Es imprescindible trabajar cerca de la gente para encontrar soluciones.

Cualquier cambio provoca muchas críticas.

— Si no haces enfadar a la gente con lo que intentas hacer, seguramente no estás haciendo las cosas bien. Porque si todo el mundo está contento es porque no estás haciendo nada. Por tanto, el ruido siempre está ahí. Lo que hace falta es asegurarnos de cambiar positivamente la vida de la gente y tener una aproximación empática: poner los cuidados en el centro, todo lo que no nos da un sueldo a fin de mes. Que los niños puedan ir y volver seguros de la escuela, que sea fácil poder ir de compras o que la gente mayor interactúe. Es necesario dar una nueva dimensión a la narrativa y, sobre todo, controlarla.

El director d'urbanisme i espai públic a l'Agenzia Mobilità Ambiente e Territorio de Milà Demetrio Scopelliti.

Demetrio Scopelliti

Director de urbanismo y espacio público en Agenzia Mobilità Ambiente e Territorio (Milán, Italia)

"En 2020, en Milán, hicimos 67 km de carriles bici"

Mientras estudiaba arquitectura de Erasmus en Barcelona, ​​el hijo del primo de Demetrio Scopelliti, con apenas 10 años, murió atropellado por un coche SUV. Aquello tuvo un gran impacto sobre su carrera. “Me di cuenta de que debía transformar mi historia en activismo”, explica. Desde entonces que trabaja, como activista y urbanista para que las personas recuperen las calles de Milà. Desde la pandemia en 2020, dirige la Agencia de Movilidad Ambiente y Territorio (AMAT), con la que han transformado a través del urbanismo táctico buena parte de los barrios de la ciudad. Al igual que Bruntlett, no tiene coche y se mueve en bici. Confiesa que ser padre le ha ensanchado la perspectiva: "Me he dado cuenta de que no soy el único al que afecta la violencia del tráfico", dice. Los accidentes son la primera causa de muerte en el mundo en niños de 5 a 18 años.

En Milán viven 1,4 millones de personas. ¿Cómo cambiar una ciudad así?

— La pandemia fue un punto y aparte. Milán fue la primera ciudad europea golpeada por la cóvido y estuvimos cerrados dos meses, de marzo a mayo. Nuestras calles estaban vacías y tuvimos la oportunidad de repensar la ciudad y acelerar la construcción de alternativas en términos de movilidad. Por las mañanas diseñábamos carriles bici, por la tarde los aprobábamos y por la noche los implementábamos. Literalmente. ¡Cómo lo echo de menos! En un año, de 2020 a 2021, en Milán construimos 67 kilómetros de carriles bici. La gente salió de casa en primavera con ganas de moverse y el cambio de narrativa y percepción de la bicicleta en la ciudad fue fácil.

Las primeras jornadas Repensem Girona las han organizado el Ayuntamiento de Girona y el Colegio de Arquitectos de Cataluña (COAC) junto con la Universidad de Girona.

También han transformado plazas. ¿Qué tiene de bueno el urbanismo táctico?

— Se trata de un programa que iniciamos en 2018 para demostrar que si quieres cambiar la calle, no necesitas una gran inversión. Basta con voluntad política, pintura, jardineras y bancos. Luego la gente se la hace suya. Lo cierto es que si cambias la percepción del espacio público, cambias la idea de que todo debe estar diseñado para los coches.

¿Hasta qué punto ha sido clave la transformación frente a escuelas?

— Hasta ahora hemos realizado dos convocatorias abiertas para la colaboración para nuevos proyectos de pacificación, en 2019 y 2023. Ya en la primera entendimos que había una gran demanda ante las escuelas. Empezamos a darles prioridad porque nos dimos cuenta de que era fácil implementarlos en términos de consenso. En la última convocatoria, el pasado año, recibimos la propuesta de un tercio de las escuelas de milano, 86. Sólo preguntando y dando la idea de lo que queríamos hacer tuvimos una demanda por el cambio que no esperábamos. Esto hace que el ruido de la gente que está en contra se atenúe. Resistencia siempre habrá, porque todo cambio asusta. Pero si superas la resistencia de la reacción inmediata, es muy posible que la gente se acostumbre a ello. Una vez haces una zona peatonal, es muy poco probable que se vuelva atrás.

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