Hablemos de dinero

Regina Rodríguez Sirvent: “Comprar un bocadillo en un bar me parecía un lujo inaccesible”

La escritora de 'Las bragas al sol' (La Campana) explica al ARA su relación con el dinero

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La escritora de 'Las bragas al sol' (La Campana), Regina Rodríguez

BarcelonaLa escritora Regina Rodríguez nació en Alp, un pueblo de la Cerdanya, pero creció en Puigcerdà durante toda su infancia. “Vengo de unos orígenes muy humildes, pero en casa nunca me faltó nada. Mis padres han tenido sus pequeños negocios y desde siempre he visto lo que es ganarse la vida sin horarios y sudando mucho. Gracias a ellos decidí no ser empresaria”, destaca. Haciendo memoria, Rodríguez también narra que, de pequeña, no era capaz de distinguir lo que significaban los conceptos caro o económico: “Cuando veía a una niña de la escuela con un bocadillo comprado en un bar me parecía algo de lujo inaccesible para mí”.

Una vez terminado el instituto, Rodríguez se marchó de la Cerdanya para estudiar psicología en la UAB. Sin embargo, durante su adolescencia y juventud, la escritora hizo todo tipo de trabajos tanto en Barcelona como en su pueblo natal. “Realmente estaba muy perdida. Trabajé de cajera en el supermercado de Puigcerdà, como profesora de esquí, lavando platos en un hotel, ordenando archivos médicos en un hospital…”, recuerda.

Después de todas estas experiencias, Rodríguez decidió marcharse a Estados Unidos para hacer deau digerir durante dos años, experiencia en la que se inspiró para su primera novela. Durante ese período cobró 240 dólares a la semana, con un talón. "Era algo muy exótico", declara la autora. A pesar de los ahorros generados, al volver todavía no tenía claro su futuro: “He hecho trabajos muy raros, pero siempre tenía en mente la idea de escribir una novela. Al volver hice un máster de guiones mientras trabajaba en una empresa de headhunters, también trabajé vendiendo escritorios virtuales o exportando vinos a Japón durante un mes. Dar tantas vueltas me ha servido como fuente de inspiración y saber qué me gusta realmente”.

Con el tiempo, Rodríguez creó su propia empresa de rutas turísticas, especializada para viajeros estadounidenses con alto poder adquisitivo. "Es un modelo de rutas privadas, con grupos reducidos muy concretos y que funcionan muy bien, pero la pandemia afectó de lleno al negocio y estuve casi dos años sin trabajar", confiesa. Después de diez años en este sector, Rodríguez es autónoma y tiene un pequeño equipo con el que colabora para sacar las rutas adelante: “Para mí es básico sentir que hago lo que quiero, es un lujo que siento que he trabajado mucho para disfrutar”.

En paralelo, Rodríguez escribió su primera novela, Las bragas al sol, publicada en 2021 y convertida en uno de los libros más vendidos aún hoy en día según el Gremio de Editores de Catalunya. “Escribí la historia para pasármelo bien y no por dinero, independientemente de si llegaba a algún sitio económicamente. Es un éxito que supera todas las expectativas que podía tener”, expresa emocionada.

En el ámbito burocrático, Rodríguez cuenta con una gestora porque la “repugnan” todas las cuestiones administrativas, y explica que este último año fue madre por segunda vez y que esto ha impactado también su economía familiar: “Di a luz prematuramente y tanto yo como mi pareja somos autónomos. Durante unos meses vivimos en el hospital y tuvimos que decir que no a trabajos para poder atender a los hijos, ahora debemos remontar la situación”.

Pese a que todavía mantiene un fuerte vínculo con el Pirineo, Rodríguez vive actualmente en el barrio de la Barceloneta y reconoce que, a pesar de la buena situación económica familiar, la cuestión de la vivienda sigue siendo un tema complicado. “Ni yo ni mi pareja hemos heredado nada nunca y es como empezar desde cero. Los precios son imposibles y nos hemos planteado marchar a vivir fuera de la ciudad, pero lo cierto es que disfrutamos mucho viviendo cerca del centro”, explica la escritora.

En cuanto al futuro, Rodríguez explica que ya está escribiendo su segunda novela, pero que no piensa a largo plazo ni controla en exceso sus finanzas personales: “No vivo por encima de mis posibilidades, pero tampoco controlo mucho mis gastos. No tengo unos ingresos fijos cada mes y mi prioridad es tener suficiente para la escuela, la gasolina… Mi lujo cotidiano es ir a desayunar fuera de casa, y no pienso en ahorrar para un futuro. Mi familia es mi mejor inversión”.

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