Salud

¿Es saludable comprar cada día la comida hecha porque "No tengo tiempo para cocinar"?

Los días duros de la pandemia en los que nos hacíamos incluso el pan en casa son historia y la recuperación de las rutinas laborales ha hecho resurgir los platos preparados

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Envases de comer preparado en una tienda

BarcelonaHubo un tiempo, hace ahora un par de años, en el que el mundo se paró, casi todo el mundo se tuvo que quedar confinado en casa y mucha gente se graduó en cocina a pesar de no estar nada acostumbrada a acercarse a los fogones. La harina y la levadura se agotaron en los supermercados y el Instagram se llenó de fotos que parecían una competición para ver quién se hacía incluso el mejor pan casero. Esos días parecen haber pasado a la historia, y no solo porque la pandemia haya mejorado exponencialmente. El retorno a las rutinas de antes y a la presencialidad en los trabajos o en los centros educativos ha ido en paralelo a una pérdida de esa afición por cocinar, al menos cuando se trata de prepararse la fiambrera del día siguiente, y han vuelto a los platos preparados, el recurso fácil en algunos hogares cuando no se tiene tiempo de cocinar.

La comida hecha ya hace tiempo que no solo se puede encontrar en los establecimientos de comida para llevar, sino que también prolifera en las neveras de los supermercados –los hay que incluso que han incorporado espacios para comerlo u ofrecen el pescado acabado de cocer al horno–, en aplicaciones de delivery, y con opciones específicas para veganos. "Nos acostumbramos durante la pandemia a tener tiempo para elaborar recetas, menús y cosas nuevas", rememora la dietista-nutricionista Rosa Baró, una de las portavoces del Colegio de Dietistas-Nutricionistas de Catalunya (CoDiNuCat), pero ahora ha habido un giro: "Hemos pasado de todo a nada. Se nos han complicado las rutinas y entonces la conciliación familiar, el estrés y el día a día te llevan a buscar lo que es más fácil y rápido". Además, la comida hecha puede ser considerada un buen recurso para salir del paso para quien vive solo o acostumbraba a ir de restaurante y ve que ahora le sale más a cuenta para contener gastos ante la crisis de inflación y energética.

Baró trabaja de nutricionista comunitaria en el CAP Muralles de Tarragona y explica que muchos pacientes "compran el tiempo recurriendo a estos alimentos preparados". El catedrático de antropología de la alimentación de la UOC, Francesc Xavier Medina, añade que también es una cuestión de comodidad. "A veces hervir una pasta y poner una salsa, aunque sea preparada, son unos minutos, y no tenemos ganas de hacer nada", ilustra, de manera que "compramos tiempo, pero sobre todo comodidad, porque nos dan las cosas preparadas". Medina y su equipo estudiaron cómo justo después del confinamiento pandémico "hubo cierto auge de llevarse la comida cocinada desde casa", una tendencia que se había mantenido en cierto modo, pero ahora "con el retorno definitivo al trabajo y la organización de las comidas alrededor de la jornada laboral fuera de casa las comidas preparadas se han recuperado muchísimo".

Catalunya encabeza el consumo

El Informe del Consumo Alimentario en España 2021 –elaborado por el ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación– ya apunta la tendencia respecto al año pasado, y esto que todavía no se habían recuperado del todo las rutinas prepandemia. Si bien la compra de platos preparados disminuyó ligeramente, un 0,3%, respecto al 2020, a efectos prácticos no decreció si se compara con la alimentación en general (-7,2%). Es más, el volumen consumido de comida hecha fue un 11% superior al del 2019, el último año entero precovid, mientras que el gasto fue un 1,6% superior respecto al 2020 y un 14,8% respecto al 2019. Per cápita, el consumo es de 16,77 kilos anuales por individuo –los catalanes encabezamos el ranking con 21,81 kilos– y cada persona se gasta 74,60 euros al año. Los hogares con hijos y monoparentales son los que hacen un consumo más intensivo de este recurso, pero el consumo más elevado per cápita es el de las unipersonales.

Comida preparada y empaquetada en un supermercado

Además de parecer una opción rápida y cómoda, la comida hecha juega con la ventaja de presentarse acompañada de muchos reclamos publicitarios. "Todos los mensajes que incorpora el producto hacen que llame la atención e inducen a comprarlo", afirma Baró, como por ejemplo del tipo "Utiliza el microondas y ya está" o "Abre el envase y no tienes que hacer nada más". Ahora bien, en lo que nos tendríamos que fijar cuando compramos es en la letra pequeña. "Tenemos que leer, sobre todo, los ingredientes", subraya la dietista, que invita a pensar cuáles usaríamos si hiciéramos esa receta en casa. En la lista de ingredientes encontramos las verduras o la carne, pero también pueden aparecer varios aditivos que no añadiríamos en casa, a menos que se trate de los habituales y reconocibles sal o azúcar.

Así que lo que a priori nos puede facilitar la rutina, quizás no va tan bien para la salud ni para la del medio, sobre todo si se trata de platos envasados. Abusar de estas comidas preparadas puede ser motivo de preocupación, y más cuando recurrimos a ellas diariamente. "Esto pasa y no tenemos conciencia de que sea así", asegura Baró. Puede ser que de lunes a viernes comamos de manera recurrente platos como pasta o canelones, que acostumbraban a ser para los días de fiesta, desplazando otros alimentos que pueden ser interesantes para la salud. "Si los platos preparados escogidos son estos, que a veces son más ricos en la parte de farináceos, pobres en la cantidad de verduras y con proteínas no interesantes, a la larga podemos ver desequilibrios en las analíticas", avisa la dietista, como por ejemplo problemas con el colesterol y la hipertensión –puede contribuir a ello el exceso de sal–, estreñimiento –puede ayudar la falta de vegetales– o anemia –vinculada a un consumo de proteínas de baja calidad.

Cómo recuperar el control sobre qué comemos

Si hemos caído en el bucle del "No tengo tiempo de cocinar", podemos romperlo y recuperar al menos un cierto control sobre nuestra alimentación sin grandes esfuerzos. De entrada hay que valorar cuántos días a la semana necesitamos comer fuera de casa o en poco tiempo. "Sabiendo los días, podemos hacer un poco de planificación", prosigue Baró. Se puede empezar por lo más sencillo, que es "coger cosas que sean muy fáciles de cocinar o medio hechas". Se trata de combinar grupos básicos de alimentos para llegar al final de la semana incorporando a las comidas todos los grupos esenciales para una dieta sana y equilibrada. "Puedo tener un bote de judías, una escalivada, una lata de atún y un huevo duro y me hago el plato, o una bolsa de ensalada, unos espárragos, algún fruto seco, maíz y añado pescado, carne o legumbres", ejemplifica, y no hay que romperse mucho la cabeza: las legumbres los podemos tener de bote, la pasta o el arroz ya cocidos en la nevera, la escalivada también se vende hecha, podemos recurrir a conservas para el pescado y, si no encontramos el momento de hacernos un trozo de carne, podemos comprar pollo cocido al natural –no tipo embutido– e incluso se venden huevos ya hervidos, unas opciones mejores que los ultraprocesados.

Con todo, el coste que tiene la comida es uno de los principales condicionantes a la hora de escoger la alimentación. La comida preparada tiene un precio medio de 4,45 euros el kilo (llega a los 7,62 euros en tiendas tradicionales) y su consumo es superior en las clases medias y altas, como indica el Informe del consumo alimentario en España 2021 y corrobora la dietista-nutricionista Lourdes Tecchia, también portavoz del CoDiNuCat y que coordina el área de nutrición del Banco de los Alimentos de Lleida, que atiende a familias vulnerables. "El único producto preparado que utilizan nuestras familias son los cubos de caldo", concreta, si bien los desaconseja porque llevan mucha sal y no tienen mucho poder nutritivo. "El problema no es tanto que la alimentación saludable sea más cara como que la malsana es demasiado barata", avisa, y hace un llamamiento a buscar un equilibrio y empoderar al consumidor para que haga "una compra más consciente, saludable y de proximidad" mediante una buena educación alimentaria.

Los platos preparados más saludables y posibles alternativas

La dietista-nutricionista Rosa Baró hace estas recomendaciones:

  • Valorad si coméis un día puntual fuera de casa o es cada día, prestad atención a los ingredientes y, en caso de que comáis dos platos, acostumbra a ser mejor optar por dos primeros.
  • Una de las claves a la hora de escoger un plato preparado es el contenido en sal: lo más adecuado es que esté por debajo de 1,25 gramos por cada 100 gramos de producto.
  • Existen platos preparados que combinan pescado, una parte de cereal o legumbres y verduras. A priori son más saludables, pero puede ser que se queden cortos de verduras y lo podemos complementar nosotros, aunque sea con un sencillo tomate abierto.
  • Para evitar platos preparados con un exceso de condimentos y aditivos, podéis tener la previsión de hacer suficiente cena para que os sobre y, con un poco de creatividad e ingredientes añadidos, tener un nuevo plato sencillo y nada aburrido para la fiambrera del día siguiente.
  • En todos los casos, priorizad siempre que podáis las verduras y hortalizas. Se pueden combinar con legumbres, que Baró aconseja comer al menos tres veces a la semana, o una conserva de pescado de calidad. De postres, priorizad la fruta, y de beber, el agua.

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