El saludo de Juan Carlos y Elena: el juego de manos y la señal de la cruz de Alfonso XIII
La infanta Elena y Juan Carlos se saludan con una coreografía de manos y brazos en el almuerzo de cumpleaños de la infanta en Madrid
BarcelonaEl deseo de Elena se ha cumplido. Motivados por el espíritu navideño o por romper la costumbre de vivir a largas distancias –desde donde los conflictos parecen disolverse–, los Borbones se han reencontrado. La versión extensa de la familia se reunió el miércoles en el centro de Madrid para compartir un almuerzo de celebración de los 60 años de la primogénita del rey Juan Carlos. A pesar de la hostilidad de la presencia de Juan Carlos en territorio español, las desavenencias internas entre hermanos y el reciente anuncio de infidelidad de Leticia a Felipe VI con Jaime del Burgo,también excuñado de la reina, todos los miembros han hecho grandes esfuerzos por mantener el equilibrio de tensiones, como mínimo de puertas hacia fuera.
Las confirmaciones han acabado ganando peso en las ausencias. En un primer momento parecía que la voluntad de "la más borbona" de reunir a toda la familia acabaría en un intento fallido, ya que eran pocas las personas que habían confirmado la asistencia al almuerzo de celebración. Pero finalmente Felipe y Letizia acabaron haciendo acto de presencia en el cumpleaños de la infanta, en un ejercicio de unidad después de que Jaime Peñafiel publicara el libro Letizia y yo, donde abombaba la noticia de infidelidad entre Letizia y quien fue su cuñado, Jaime del Burgo, cuando ya estaba casada con el rey.
También los hijos de la anfitriona, Victoria Frederica y Froilán, venido desde Abu Dhabi al igual que su abuelo, se encontraron con su familia española y griega. Desde Atenas, la princesa Irene, hermana de Sofía, y su prima, Alexia de Grecia, tampoco se perdieron el gran reencuentro. Quien no pudo vivir ese momento histórico de aparente normalidad fue la heredera de la Corona, que está realizando los ejercicios de montaña en las pistas de Astún, en el Pirineo aragonés, en su formación militar.
Entre tantos reencuentros, los miembros de sangre azul reanudaron los saludos. Pero no cualquier saludo. Los Borbones tienen un hábito muy peculiar que se remonta de la época de Alfonso XIII, cuando Juan Carlos se saludaba con su madre, María. Nada de formalidad, inclinaciones, ni reverencias. Los saludos tienen más que ver con coreografías de manos y brazos dignos de la generación Z.
En el caso de la infanta Elena y su padre, el saludo implica dos besos en cada mejilla, una flexión de rodillas de la hija de la emérito, una pequeña señal de la cruz en la frente ejecutada mutuamente ya continuación un juego de dedos y apretones de manos que culmina con dos veces en el pecho derecho. La coreografía, a una velocidad considerable, fue captada por las cámaras de los medios que se encontraban en el exterior del restaurante Pabú, en la calle Panamá de Madrid.
Pero la primogénita no es la única que tiene la complicidad de tener un saludo con un miembro de la familia. También Cristina practicó su coreografía en la despedida con su hijo Pablo. Madre e hijo también se señalaron y también jugaron con las manos como Juan Carlos y Elena, pero ambos finalizaron su función privada con un abrazo entrañable. Las imágenes fueron captadas en el vestíbulo de una vivienda, un momento mucho más íntimo y discreto que el de la infanta Elena.