Un 'Salvados' lleno de impotencia

Évole y Aldekoa hicieron accesible y pedagógico lo que es más complejo

Jordi Évole rep l’onzè guardó José Couso a la llibertat de premsa
Mònica Planas
15/11/2016
2 min

El domingo por la noche el Salvados: eVictims nos transportaba hasta el Congo para conocer la guerra del coltán y entender cómo los intereses económicos del Primer Mundo contribuyen a degradar las zonas más subdesarrolladas de África. Jordi Évole y el periodista Xavier Aldekoa hicieron accesible y pedagógico lo que es más complejo. Pero más allá de adentrarnos en la tragedia que acompaña la explotación de minas y personas, el programa de La Sexta puso el foco en cómo la Guerra Mundial Africana ha supuesto una situación dramática para las mujeres.

El programa fue analizando el conflicto como si se tratara de las capas de una cebolla, yendo del núcleo (la explotación de minas de coltán) a las consecuencias que se derivan: el drama de sus trabajadores, la violencia ejercida contra mujeres y niños y, finalmente, los que han de paliar el drama superados por las circunstancias, como las ONG o el hospital de Panzi, con el doctor Mukwege. Cabe destacar el enorme tacto periodístico con que presentaron unos testigos y unos dramas médicos y psicológicos que hacían estremecer. Finalmente se señaló al gobierno congoleño corrupto y un sistema judicial ineficaz y corrupto como cómplices e inductores de la miseria del país.

El dolor profundo de las víctimas de esta guerra, de las mujeres abusadas y torturadas y los niños soldado fue tratado con contención y austeridad. No había que añadir adornos emocionales ya que los testigos eran demoledores. La chica que con una timidez dramática explicaba cómo la habían violado, que hacía un esfuerzo para recordar su historia, acababa pidiendo a cámara: "¿Puedo parar de hablar?" La testigo que abría el programa, que hacía pocos meses que había sido liberada después de catorce años de secuestro y múltiples violaciones, expresaba una angustia terrible por cómo sería su futuro. Pero lo hacía con una serenidad demoledora. Salvados nos explicó un drama sin que se derramara una lágrima en todo el relato, y eso lo hacía aún más devastador.

Pero hubo instantes del reportaje en que la realización cayó en un exceso de preciosismo que acercaba la imagen más al tono publicitario que al de documental. Los planos sucesivos de mujeres inmóviles mirando a cámara son un recurso un poco gastado, francamente, y el tratamiento visual tan efectista de ciertas postales del horror es delicado. Cuando quieres transmitir verdad es un poco arriesgado poner tanta artificiosidad visual.

Salvados nos encogió el alma. La conclusión final apelaba a la conciencia individual de los ciudadanos del primer mundo pero pareció que el mismo Évole cerraba su programa con un sentimiento de impotencia y dolor que se nos contagió a todos los espectadores.

stats