Salud pública

Así secuestra el cerebro el fentanilo, una de las drogas más adictivas

Identifican por primera vez el papel clave que tiene la amígdala, una región vinculada a las emociones

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Una jeringa con fentanilo, la droga causante de la epidemia de los opiáceos en Estados Unidos.

BarcelonaCien veces más potente que la morfina y 50 más que la heroína, el fentanilo es un analgésico muy potente que se ha convertido en un verdadero problema de salud pública en muchos países, como Estados Unidos. Su consumo genera un efecto de euforia rápido, seguido de síntomas de abstinencia muy fuertes, lo que hace que este opiáceo sea adictivo en uno de cada cuatro consumidores. Ahora una investigación liderada por la Universidad de Ginebra ha desvelado cómo actúa exactamente esta droga en el cerebro para generar adicción, y ha abierto así la puerta a poder desarrollar tratamientos para reducir su dependencia.

En un estudio realizado con ratones, los investigadores han constatado que, como todas las drogas, el fentanilo activa el sistema de recompensa del cerebro, un mecanismo evolutivo que premia y refuerza conductas que garantizan la supervivencia, como comer o tener sexo. De forma análoga, el consumo de este opioide provoca un sentimiento de placer y recompensa que refuerza positivamente la conducta de autoconsumo, seguido de malestar y desconfort cuando acaban sus efectos, lo que impulsa a volver a consumirlo para aliviarlo los.

Y en este circuito, tal y como se sospechaba, es clave la dopamina del área mesolimbica, una molécula vinculada al placer y la felicidad, que fomenta el consumo de este estupefaciente. También, como han descubierto los científicos, desempeña un papel fundamental la dopamina de la amígdala central, una pequeña región del cerebro responsable del síndrome de abstinencia cuando se acaban los efectos de esta droga.

La abstinencia, uno de los factores que generan dependencia

Los investigadores han analizado la actividad cerebral de los ratones cuando los inyectaban fentanilo y también días después cuando los administraban naloxona, un fármaco empleado para bloquear los efectos de los opioides, para provocarles abstinencia. Así han visto que el fentanilo activa las neuronas que secretan dopamina en el área tegmental ventral, una región clave en el sistema de recompensas y que desempeña un papel fundamental en la motivación, el deseo y el placer; y también en el núcleo accumbens, que se encarga de equilibrar la liberación de dopamina y serotonina.

En cuanto a los efectos negativos asociados a la abstinencia, los investigadores suizos han visto que el fentanilo estimula también los receptores de opioides mu, pero de una región distinta del cerebro, la amígdala. Estos receptores están relacionados con el dolor y también con las adiciones, lo que constituye una dualidad bastante curiosa. Pero la novedad que describen los autores en el artículo es que se pueden atribuir efectos distintos del fentanilo a la activación de áreas cerebrales distintas. Por tanto, "podemos pensar en la posibilidad de manipular una de estas áreas para conseguir anular sus efectos negativos, sin afectar al área que media los efectos positivos", explica la catedrática de farmacología de la Universidad de Barcelona Elena Escubedo, que no ha participado en ese estudio.

"Al silenciar a los receptores opioides de la amígdala, algo que sólo se puede hacer con animales de experimentación y no con humanos, se elimina el comportamiento aversivo de cuando estás enganchado, cuando si no consumes te encuentras mal", apunta la catedrática de psiquiatría de la Universidad Pompeu Fabra e investigadora del Hospital del Mar Research Institute Marta Torrens, que no ha participado en el estudio. "De esta forma reducen los factores de recaída, como la abstinencia, que en los opiáceos son muy importantes", añade.

Hacia nuevos tratamientos para evitar las adicciones

Estos resultados, publicados en la revista Nature, son similares a los obtenidos en estudios anteriores con heroína, donde también se ha visto que el efecto de refuerzo positivo de este opioide, obtenido a partir de la adormidera, una especie de amapola, proviene de la activación de la dopamina del sistema mesolímbico. Ahora, el descubrimiento allana el camino para diseñar nuevos tratamientos capaces de suprimir de forma selectiva la actividad de las neuronas en la amígdala para tratar el síndrome de abstinencia y reducir su adicción.

“Con fármacos esto no sería posible, porque cualquier molécula actuaría sobre todos los receptores de este tipo en el cerebro, como ya hace la naloxona, lo que podría tener consecuencias perjudiciales como sentir dolor continuamente. Se necesitarían técnicas de electroestimulación muy precisas o procedimientos más invasivos, como neurocirugía superespecífica para bloquear los receptores en esta zona”, considera Torrens.

Para Elena Escubedo, catedrática de farmacología de la Universidad de Barcelona, ​​la abstinencia física –temblores, fiebre y aumento de la presión, entre otros– es sólo una parte de la adicción a las drogas. “También generan problemas de adicción psíquicos que carecen de manifestación orgánica, pero que son mucho más difíciles de tratar y que hacen que la mayoría de los pacientes recaigan tiempo después”.

Una potencia increíble y barato de producir

El fentanilo fue sintetizado por primera vez en 1960 y empezó a utilizarse como analgésico tres años después. Sin embargo, debido a sus potentes efectos, en los años 70 y 80 empezó a consumirse con otros fines. Los opioides han causado una auténtica crisis de salud pública en muchos países, sobre todo en Estados Unidos, donde sólo en 2022 estaban detrás del 75% de las más de 100.000 muertes asociadas a sobredosis de drogas.

Una pequeña cantidad es suficiente para colocarse y también para sufrir una sobredosis. Además, el hecho de que el efecto sea más corto que el de la heroína hace que quieras volver a tomar fentanilo muy rápido. "Las drogas muy rápidas que tienen una vida media muy corta tienden a ser muy adictivas, aparte de peligrosas", apunta Escubedo.

En España y Cataluña el fentanilo es un medicamento utilizado para tratar dolores muy graves, como en fases avanzadas de algunos tipos de cáncer. A diferencia de Estados Unidos, aquí se hace un seguimiento, y una vigilancia de cómo se receta. Están muy controladas todas las unidades que existen en las farmacias y es imposible venderlo o comprarlo sin receta. “Tiene una potencia increíble y es muy económico, porque se sintetiza en el laboratorio, mientras que la heroína debe extraerse del medio natural. Como medicamento es fantástico”, concluye Escubedo.

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