

Me ha llegado un vídeo del psicólogo Antoni Bolinches en el que habla de las supermujeres. Así llama a las mujeres que se han trabajado y que son independientes y autosuficientes a nivel económico y personal. Sé que ha querido que sea una alabanza. Pero es más bien un regalo envenenado. Un hombre así no es un superhombre, es un hombre. Las mujeres no: son supermujeres. Para empezar, considero que TODAS las mujeres somos supermujeres. Salimos adelante en un sistema que nos va a la contra. No importa si estamos empoderadas o no. Somos la hostia. La otra es que, como dice en el vídeo, las "supermujeres" ya tenemos suficientes problemas para encontrar a hombres interesados en nosotras como para que añadamos un nombre que acaba convirtiéndose en un estigma. Nadie quiere salir con un superhéroe, lo que se quiere es una conexión con una persona de carne y hueso. Así que gracias, señor Bolinches, pero dejemos el término para los cómics de Marvel.
Según el psicólogo, las mujeres, a pesar de ser supermujeres, seguimos buscando a quién admirar. Pero los hombres, por el contrario, buscan relaciones cómodas. Y sé que tiene buena parte de razón. Los números cantan, y hay muchas mujeres solteras que querrían tener una pareja igual de evolucionada que ellas y no la encuentran. Pero su teoría contiene un error garrafal. Porque un hombre de este tipo, si opta por la comodidad y la vía fácil, se convierte en el hombre menos sexy del Universo. Y porque de nuevo (oh, sorpresa) el toque de atención y el foco se sitúan en las mujeres, que volvemos a sentir que es un problema haber crecido y madurado, y no en esos hombres "acomodados".
Es evidente que existe un grave problema de comunicación entre hombres y mujeres. Ellos, en estos momentos, se están dejando perder la generación de mujeres más interesante que ha habido en mucho tiempo. No lo necesitamos, estamos solteras y no solas, pero deseamos vivir una conexión auténtica y sincera. Y esta es la mejor de las noticias. Que te deseen, no te necesiten. Porque a partir de ahí las relaciones se construyen en libertad. Pero algo no funciona si estos hombres evolucionados optan por acomodarse en relaciones con mujeres no tan trabajadas. Estos hombres no entienden una verdad sencilla. Que la admiración (si es que va de admiración, que yo pienso que va de encontrar lo que te gusta) no va de estatus económico, no va de estatus profesional, ni físico. Va de encontrar con quién conectar a través de la pasión por la vida. De la inquietud vital. Si ellos se atrevieran a dar el paso y superar la barrera cultural y patriarcal, se darían cuenta de que todos queremos lo mismo. Conectar de forma real y tranquila con otra persona. Y con la comodidad de ser uno mismo sin disimular.
Debe poder existir un punto de encuentro. Pero para eso se necesitan ganas de vivir, comunicación y apertura de miras. Y un punto de atrevimiento para que estos hombres actúen sin miedo. O que actúen arriesgándose a que no salga bien. Al igual que hacemos las mujeres. Vale, lo que pido es un reto. ¿Pero qué soy al fin y al cabo sino una optimista sin remedio?