Decepción global en la COP29: los países ricos fuerzan un acuerdo a la baja
La cifra de ayudas climáticas que recibirán los países pobres se queda en 300.000 millones, lejos del billón que pedían
BarcelonaBien entrada la madrugada del domingo, la cumbre de la ONU contra la crisis climática, la COP29, ha logrado un acuerdo que parecía casi imposible, pero que ha decepcionado a casi todo el mundo. El texto aprobado en Bakú (Azerbaiyán) prevé que los países ricos aporten 300.000 millones de dólares anuales en el 2035 para ayudar a los países pobres a hacer frente a la emergencia climática. Una cifra "escandalosamente demasiado baja", como decía el ministro de Gambia, dentro de un acuerdo en general "decepcionante", según ONG climáticas como Greenpeace, pero que los países pobres no han tenido más remedio que aceptar para poder tener alguna ayuda con la que trabajar. Queda lejos del billón de dólares que pedían los estados más vulnerables y las ONG, dejando la puerta abierta a que puedan ser ayudas de muchos tipos, "públicas y privadas" o incluso en forma de crédito.
El texto aprobado prevé "movilizar" un total de 1,3 billones para financiación climática en general, con inversiones de muchos tipos, y orígenes y destinos diversos. De esta cifra total, 300.000 millones serían ayudas de los países más ricos a los más pobres, pudiendo incluir también aportaciones "voluntarias" de países en vías de desarrollo, una referencia pensada para China e India, que todavía se considera que forman parte de este grupo. Los países pobres pedían en un inicio que la totalidad de los 1,3 billones fueran ayudas directas de los países desarrollados, pero durante la negociación ya asumieron que no iba a ser así y fijaron otras cifras límite. Algunos grupos negociadores llegaron a descender hasta los 500.000 millones como una cifra de ayudas directas asumible, pero han tenido que aceptar mucho menos.
Activistas climáticos denunciaban que, después de tres años de negociar este nuevo sistema de financiación, se haya esperado hasta el último momento para poner cifras concretas sobre la mesa totalmente insuficientes. "Ahora, con la ayuda de una presidencia de la COP29 incompetente y utilizando la futura administración Trump como amenaza, obligan a los países en desarrollo a aceptar un acuerdo que no sólo no representa dinero nuevo real, sino que también puede aumentar el suyo deuda", denunciaba a The Guardian Claudio de Angelo, del Observatorio Brasileño del Clima.
Cuando la cumbre estaba ya en tiempo de descuento, el sábado al mediodía, los representantes de los países más pobres y vulnerables ante la crisis climática intentaron golpear y marcharon de la sala de negociaciones, pero el movimiento no va conseguir el efecto esperado. Los países ricos, especialmente Estados Unidos y Japón, con el beneplácito de la UE, presionaron para imponer la cifra máxima de 300.000 millones, algo superior a la del primer borrador que se había hecho público el viernes (250.000 millones ), pero quedaba lejos de las aspiraciones de los países pobres, que deben afrontar una crisis que no han creado. También países petroleros como Arabia Saudí han maniobrado para aguar los textos resultantes de la COP29 y el presidente de la cumbre, el ministro azerí Mukhtar Babayev, se ha apresurado a dar el mazo para sellar un acuerdo sobre financiación que algunos observadores calificaban de “traición”. "Es una traición tanto a las personas como al planeta por parte de países ricos que dicen que se toman en serio el cambio climático", decía Mohamed Adow, representante de Power Shift Africa, que forma parte de la red de ONG climáticas.
El acuerdo sobre emisiones, aplazado un año
La otra sorpresa de la noche ha sido la incapacidad de cerrar un acuerdo en materia de mitigación, es decir, de reducción de emisiones de CO2. Y esto ha sido porque el texto que se negociaba en este apartado ha eliminado en el último momento la mención a los combustibles fósiles que se logró en la cumbre del año pasado en Dubai, la COP28, y muchos países han rechazado que se aprobara sin esta mención. Como las decisiones deben ser por consenso, no ha podido adoptarse el texto y Babayev ha decidido que se traslade a la COP30 del próximo año, que se celebrará en Brasil. El próximo mes de febrero, de hecho, todos los estados deben presentar nuevos planes estatales con compromisos más ambiciosos de recorte de emisiones.
Pacto sobre mercados de carbono
La única noticia positiva de la jornada, y tampoco lo es del todo, fue un acuerdo sellado en materia de mercados de carbono. El texto pactado, que despliega el artículo 6 del Acuerdo de París, desatasca una negociación que estaba estancada desde hacía más de cuatro años, pero el resultado final no ha gustado a las ONG climáticas. "El mecanismo del mercado del carbono acordado en la COP29 no es una solución de financiación climática y sólo proporcionará un salvavidas a la industria contaminante de los combustibles fósiles, a la que permitirá compensar las emisiones", decía Greenpeace. "El acuerdo alcanzado sobre los mercados de carbono del artículo 6 en la COP29 de Bakú corre el riesgo de inundar los mercados de carbono de cowboys en un momento en que el mundo necesita un sheriff", corroboraba también Carbon Market Watch. El nuevo acuerdo fija medidas demasiado laxas, entienden, para regular un mercado en el que los países que emiten poco CO₂ pueden vender sus "derechos de emisión " a los que generan más, con garantías de contabilidad y registro por parte de la ONU.
Pero el tema clave de esta cumbre de Bakú era el dinero, ya que el encuentro debía servir para establecer el nuevo sistema de financiación climática para la próxima década. El sistema pactado en el Acuerdo de París para los cinco primeros años, que expira en el 2025, decía que los países ricos pagarían 100.000 millones de dólares anuales a los más pobres para ayudarles a afrontar la emergencia climática. Pero esta cifra no llegó a hacerse efectiva hasta el 2023 y enseguida quedó claro que era totalmente insuficiente, además de que incluía muchas formas de financiación que no eran ayudas sino préstamos. Todo esto debería resolverse con el nuevo sistema para 2025-2035. Pero el acuerdo habla de "movilizar" 1,3 billones como un objetivo genérico y fija sólo 300.000 millones como ayudas directas anuales, pero que no llegarían hasta el 2035. Se ha incluido una cláusula en el texto para decir que la cumbre año que viene en Brasil, la COP30, debe intentar elevar estos objetivos, aunque la referencia es algo vaga.
Este sábado, los países más pobres habían intentado una revuelta, pero finalmente tuvieron que acceder al acuerdo. Los portavoces de dos grupos negociadores, el de los pequeños estados insulares (AOSIS) y el de los estados menos desarrollados (LDC), salieron de la sala y abandonaron el diálogo, que intentaba todavía llegar a un acuerdo sobre la financiación climática que debería permitir a estos gobiernos pobres hacer frente a la emergencia climática. "Los países de la LDC se han ido de la reunión sobre financiación diciendo que no quieren asociarse con un texto que socava la lucha climática", confirmaba en las redes uno de los líderes de la red de ONG climáticas que actúan de observadores en la cumbre, Mohamed Adow. Sin embargo, uno de los representantes de los países indignados decía que la salida era "temporal hasta que se lograra un acuerdo justo". Finalmente, se vieron obligados a aceptar el texto aguado ante la disyuntiva de que podría ser aquello o nada.