La última curva de Scalextric, el juguete catalán más icónico
La familia del fundador, los Arnau, recupera la propiedad de una empresa que ha sufrido en las últimas décadas y que aspira a resurgir ahora
Muy probablemente muchos lectores han tenido un coche Scalextric en sus manos en algún momento de la vida. Los míticos circuitos desmontables y los cochecitos eléctricos causaron furor en las casas catalanas entre los años 70 y los 2000. Eran, hace unos años, un imprescindible en la carta a los Reyes Magos de cualquier niño. Después de unos años de montaña rusa, en el 2018 la empresa volvió a manos de la familia fundadora, y este año el plan es volver con fuerza a las casas de toda España.
La historia de Scalextric es particular. Llegó a Cataluña en 1962 de la mano de Josep Maria Arnau, que tenía la empresa de juguetes Exclusivos Industriales (Exin). "Era una fábrica de juguetes, en la que Scalextric era una de las principales marcas, pero tenía otras muchas muy conocidas, como Madelman, Ibertren, Exin Castillos, Cinexin o Tente", explica al Emprenem el actual director general de Scalextric y nieto de Josep Maria Arnau, Luis Arnau. Estos juguetes, rompedores en aquella época, fueron una revolución en el ámbito lúdico infantil de la generación X.
Un hito clave para Scalextric llegó en 1966 cuando se fabricó en Barcelona el primer coche con diseño español, el Seat 600. A partir de ese momento, la empresa de juguetes fue cogiendo fuerza e incorporando modelos icónicos como el Tyrrell P34 de 6 ruedas, o más tarde el Scalextric TT, un sistema en el que los coches podían subir por obstáculos. También en aquella época se pusieron de moda las competiciones de Scalextric a escala estatal, y acogían a miles de pilotos de todas partes.
Pero la historia de la empresa ha vivido varias fases, y no siempre ha sido una historia de éxito. A finales de los 80 la trayectoria de la empresa Exin empezó a declinar, víctima de la competencia internacional y de las nuevas formas de jugar, que incluían una incipiente competencia electrónica. En 1989 llegó el primer aviso en forma de suspensión de pagos, que pudo superarse. Pero cuatro años más tarde, en 1993, justo cuando Josep Maria Arnau había abandonado su presidencia, la firma catalana cayó. "En 1993 tuvo que cerrar Exin, y entonces Scalextric cambió de manos", relata Luis Arnau.
"Durante cinco años la llevó una multinacional americana, hasta que fue adquirida por Mattel, y entonces Scalextric volvió a una empresa catalana: Tecnitoys", explica el directivo. Desde 1998 hasta 2013, cuando estuvo en manos de Tecnitoys, en Scalextric "se invirtió mucho en desarrollo de producto y la marca creció exponencialmente, pero después, debido a la crisis económica de 2008, la compañía quedó tocada, cayeron las ventas, y en 2013 tuvo que cerrar", explica Arnau.
La refundación
Entre 2013 y 2018 Scalextric la llevó la famosa juguetera Educa Borràs, y fue entonces cuando la familia Arnau, que nunca se había llegado a desvincularse del todo de la marca, decidió empezar de cero y reanudar el control de la compañía. "Es en 2018 cuando comienza el proyecto Scale Competition Xtreme (SCX SL), que es la compañía actual, con la intención de volver a poner a Scalextric en el foco de los consumidores", explica Luis Arnau. El nieto del fundador, ingeniero industrial de profesión, es quien cogió el control de la empresa en ese momento.
Desde entonces han ido con pies de plomo. "Tuvimos que decidir qué priorizar y dónde poner los recursos, que eran limitados. Optamos por no sacar toda la línea de producto que nos hubiera gustado, pero con el objetivo de ir creciendo siempre siendo rentables. Hemos decidido empezar focalizados en el mercado español, que es nuestro principal mercado", explica el nieto del fundador.
"Cada año estamos creciendo en todos los aspectos: en catálogo, en producto, en mercado... Ahora ya tenemos buena presencia en México, en Europa también estamos creciendo, y el objetivo de cara a futuro es consolidarnos en los mercados actuales y abrir otros nuevos, como por ejemplo en Estados Unidos, donde estamos presentes pero de forma simbólica, y queremos que sea un mercado importante para nosotros, también porque históricamente ya lo había sido", detalla Arnau.
Desde 2018 la situación macroeconómica no les ha ido demasiado a favor. Recomenzaron con unos proyectos en la cabeza que tuvieron que parar porque poco después llegó la pandemia de coronavirus, seguida de la crisis postcovid, la inflación y el encarecimiento de las materias primas. A todo ello se ha sumado el hecho de que fabrican en China, lo que aún supone un problema en lo que se refiere al transporte: "El coste de un contenedor normalmente está en torno a los 2.000 o 2.500 dólares, pero llegó a subir hasta los 16.000 dólares por contenedor, la repercusión en la rentabilidad de la compañía fue muy importante, pero, sin embargo, seguimos siendo rentables, ha habido años que no nos han acompañado, pero hemos ido creciendo y el objetivo es seguir haciéndolo", dice con optimismo Arnau.
Navidad, el momento de oro
El año pasado la empresa cerró con una facturación en torno a los 4,5 millones de euros, y este año prevén cerrar con 5,5 millones. "Tenemos una proyección de llegar a los 10 millones en los próximos cinco años. Es ambicioso, pero estamos en unas cifras que para nosotros son pequeñas, porque todavía tenemos mucho que hacer dentro y fuera del mercado español", explica Arnau.
Y de hecho, Navidad es el momento en el que esperan el boom. Según explica el director general, el 70% de sus ventas provienen de la campaña de Navidad, con una peculiaridad: "El Scalextric no tiene edad; siempre digo que nuestro target son clientes de los 4 a los 99 años", asegura Arnau. De hecho, más allá de ser un juguete para niños, hay mucha gente aficionada y coleccionista de coches que es también gran consumidora de la marca. "Tener esta parte de público más adulto permite también desestacionalizar las ventas; por eso procuramos ir sacando nuevos productos durante todo el año, para tener al consumidor conectado con la marca de alguna manera", reflexiona el empresario.
El problema que la empresa descubrió en los 80 –las pantallas y los videojuegos– hoy sigue presente: conseguir estar entre los deseos de los niños no es fácil, pero según Scalextric la única opción es convertir la tecnología y las pantallas en aliadas”. La competencia ahora lo es todo, no sólo los videojuegos. Hoy en día hay mucha más oferta de productos, pero si Scalextric ha llegado a los 60 años y sigue siendo una marca con fuerza y reconocimiento es porque es un producto completo", reflexiona Luis Arnau.
"Tiene toda la parte de creatividad a la hora de montar el circuito; existe la parte de mecánica de puesta a punto del coche y cómo hacerlo para mejorarlo; la parte de competitividad de jugar contra alguien; la parte social de jugar en grupo; y para los niños pequeños está la parte de coordinación del mando y la velocidad", reivindica el director general de la empresa. Asimismo, asegura que no paran de innovar y que "aunque el producto base es el mismo –una pista con dos raíles y el coche con un motor eléctrico que circula por la pista– hoy en día se ha dotado al sistema Scalextric de inteligencia".
Esto se traduce en que ahora pueden correr hasta nueve coches en estos dos raíles, se pueden realizar cambios de carril, repostar gasolina, simular condiciones meteorológicas o cambiar las prestaciones de frenado del coche. "Todo esto se gestiona a través de una aplicación: puedes conectarte a la pista a través de Bluetooth y cambiar todas las prestaciones, por lo que la experiencia de juego es brutal, es como simular la realidad. También te puedes conectar con la comunidad a través de la aplicación".
El coche estrella por excelencia es el Ford Puma, que han sacado este año. "En Cataluña, principalmente, porque hay una cultura del motor brutal y el de rally es la tipología de coches que más gusta; este año hemos lanzado el Ford Puma de Gold Rally Car y ha tenido una aceptación enorme", dice Arnau. Él, que ha vivido Scalextric prácticamente desde que nació, también coincide en que es su preferido.
En la empresa trabajan actualmente 12 personas, contando con los comerciales. Como proyectos destacados, Arnau señala la colaboración con Cupra y una reciente con Audi. También la alianza con el Hospital Sant Joan de Déu, donde han montado una pista de Scalextric al hall principal para que los niños y sus familias puedan jugar y "desconectar". Son las últimas curvas de un juguete catalán icónico y que se niega a tirar la toalla.