De vergüenza. El ciudadano no merece la pugna que hay estos días entre, por una parte, el ministerio de Transportes, Adif y Renfe y, por otra, los Mossos y el Govern por el colapso de Cercanías. El robo de 60 metros de cableado de cobre que se produjo el domingo en la estación de Montcada Bifurcació (Vallès Occidental) provocó un efecto en cadena de incendios en otras subestaciones eléctricas que ha paralizado parte de las líneas. Solucionar el problema puede tardar dos meses y, mientras, los pasajeros vuelven a sufrir retrasos, incomodidades y pérdida de tiempo y trabajo.
Lo peor de todo es que no es algo nuevo ni excepcional. Ayer, sin ir más lejos, hubo otro robo de hornear en otra línea. Esto ocurre día sí y día también. Y sobre todo, en un 96% según la policía catalana, en vías de Renfe, puesto que en Ferrocarrils de la Generalitat las restricciones son mucho más excepcionales. ¿Por qué? Según dijeron el lunes los ministro Óscar Puente y el director de Cercanías, Antonio Carmona, el problema es policial, es decir, ocurre porque los Mossos no tienen suficiente control sobre estos actos vandálicos. Desde Mossos y la Generalitat, en cambio, se apunta a la falta de mantenimiento y de inversiones de mejora del servicio como el principal causante de los problemas y, a pesar de destacar que se han duplicado más los controles policiales, consideran que es la empresa que gestiona las vías, es decir, Adif, la que debería poner medidas de seguridad, como cámaras y otros mecanismos para controlar las vías. Sobre todo, en las zonas donde cualquier robo o auto vandálico puede provocar más problemas. Sería el caso de Montcada Bifurcació, donde, de hecho, no había ninguna cámara que permita ahora identificar a los autores del robo.
La verdad es que aquí hay, al menos, dos problemas distintos. Por una parte, no cabe duda de que el servicio de Cercanías es penoso, que hace años que no se están haciendo las inversiones y mejoras necesarias, que es un sistema infrafinanciado, mal gestionado, con averías y problemas constantes y, todo y las quejas reiteradas, sin que se vean signos de mejora ni siquiera en la información a los usuarios o en la eficacia de los servicios alternativos cuando existe una de las habituales incidencias. Éste es, por supuesto, el problema principal y lo que debería preocupar de verdad a Puente y Carmona.
El otro problema no es menor. Catalunya concentra más de la mitad de las incidencias que no son responsabilidad de Adif o Renfe que se han producido en el Estado en los últimos cinco años. Son 5.800 alteraciones de la circulación en las vías. Y esto es preocupante. Sean sabotajes y vandalismo intencionado, como afirma Madrid, o robos de redes organizadas o de ladronzuelos aislados, como apuntan los Mossos, está claro que hay una falta de seguridad clara que de algún modo se debe intentar solucionar. Este tipo de robo afecta a miles de personas, provoca daños económicos muy graves y debe perseguirse y castigarse con todos los medios y penas máximas. Si no existe cierta ejemplaridad en la actuación será difícil que se pare. Está claro que algo falla y no es momento ahora de acusaciones cruzadas, sino de mesas de trabajo para poner manos a la obra para acabar con este desaguisado.