¿Por qué vestíamos cómo vestíamos cuando éramos jóvenes?
El 13 de septiembre en la plataforma Disney+ se estrenó In 'Vogue': los años 90, un documental dividido en siete capítulos donde se nos explica, con todo detalle y con unos narradores de excepción (Naomi Campbell, Tom Ford, Anna Wintour, Kate Moss, Gwyneth Paltrow, Hillary Clinton...), los secretos de estética de la juventud postboomer. Un tiempo, el de finales de siglo XX, que representó el momento en el que se fraguaron muchos elementos indispensables para comprender por qué vestimos cómo vestimos actualmente.
El documental arranca con la irrupción de la cultura grunge como alumna aventajada del punk, la cual, con su ropa rota y multicapa, las camisas de leñador con botas dr. Marteens y la impostura de pasotismo y apatía absolutamente estudiada, respondía a la total decepción hacia un capitalismo neoliberal que había prometido a la juventud un futuro esperanzador que nunca llegó. El pesimismo y deje autodestructivo del grunge también precipitó un nuevo estereotipo de belleza femenina, dejando atrás las escultóricas modelos de los 80 –Naomi Campbell, Linda Evangelista o Claudia Schiffer– y apostando por cuerpos extremadamente delgados y con tintes enfermizos. El máximo exponente de la nueva feminidad fue Kate Moss, a la que se culpabilizó de fomentar la lacra de la anorexia que explotó en ese momento y que ahora mismo vive un preocupante reavivamiento.
También debemos a los noventa la unión indisoluble entre el mundo de la moda y el de las celebridades del cine, que comprendieron la importancia de construir estéticamente a su personaje tanto dentro como fuera de la pantalla. De ahí derivó la fascinación por el fenómeno de las alfombras rojas, las cuales, con su glamour embriagador, a menudo dan sombra a los mismos certámenes de cine. También entonces las estrellas de la pantalla grande empezaron a inundar las portadas de las revistas de moda; un terreno hasta entonces exclusivamente circunscrito a las modelos, hasta que Gwyneth Paltrow protagonizó la portada del Vogue de agosto de 1996.
Las fronteras entre la moda y el cine cayeron, pero también lo hicieron las del mundo de la música. En un momento en el que la personalidad de los cantantes era tan o más importante que sus cualidades musicales, especialmente con la irrupción del fenómeno de los videoclips, estaba claro que la moda iba a jugar un papel protagonista. En ese cambio de paradigma, el hip-hop fue determinante y con él también llegó el gusto por el lujo pretencioso y la logomanía que gobierna hoy en día nuestra forma de vestir. Como afirma el diseñador de Harlem Dapper Dan en el documental: “Si Ralph Lauren ponía un caballo [refiriéndose al logotipo de la marca], yo ponía el rebaño entero”. La ola del hip-hop también comportó el empoderamiento y la glamurización de la vida en el gueto (gheto fabulouse), que es, en definitiva, uno de los palos de pajar de la tendencia choni que nos inunda actualmente.
Los noventa también catapultaron al diseñador Tom Ford, que, al frente de Gucci, encabezó el retorno del cliché del glamour y de la sexualidad en el mundo de la moda, tras la estética desgarbada del grunge. Tan sexualización manifiesta que llegó hasta la romantización de la violencia de género en muchas campañas publicitarias y que, en la actualidad, todavía estamos en proceso de corregir.
Está claro que los noventa, con series como Sex and the city, celebridades como Madonna y diseñadores como John Galliano o Alexander McQueen, fueron un punto de inflexión para la cultura popular en general y para la moda en particular, como queda magníficamente explicado en el documental. Una época en la que Vogue era la maestra de ceremonias que dirigía cada tendencia a su antojo. Un poder que se afanan en explicitar a In 'Vogue': los años 90, posiblemente porque ya han perdido la batuta con la que hacían bailar a todo el mundo a su sonido.