Adoptar el catalán

Victoria Szpunberg: "Si no soy una autora catalana, ¿de dónde soy?"

La dramaturga, que llegó de Argentina con cuatro años, ha pasado a escribir toda su obra en catalán y estreno en el Teatre Nacional

3 min
Victoria Szpunberg en una fotografía de archivo de 2021.
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Victoria Szpunberg: "Si no soy una autora catalana, ¿de dónde soy?"

BarcelonaCuando vio su nombre en la programación del Teatro Nacional, Victoria Szpunberg (Buenos Aires, 1973) sintió que formaba parte, por fin, de la familia de la dramaturgia catalana. "Estoy contenta, si soy sincera. Durante una época, tenía la sensación de que las instituciones catalanas promovían a los autores con apellidos catalanes. He tenido algo de recelo. Claro, tú lees a Victoria Szpunberg y es evidente que no es un apellido de la página de Vic. ¿Pero por qué no puedo ser catalana? Soy una autora catalana; "Leo literatura catalana, escribo en catalán, mis obras hablan de aquí y me considero catalana, pero a veces uno no es lo que se considera sino lo que los demás lo consideran", reflexiona. "Puede parecer ridículo sin embargo, cuando me he visto incluida en el paraguas de dramaturgia catalana, lo he sentido como un orgullo. Es como cuando eres joven y te invitan a una fiesta o no te invitan. Es un sentimiento muy sutil de exclusión que reconocemos todos, que puede generar rencor, y eso influye en la creación de la identidad", explica.

La familia de Victoria Szpunberg se exilió de Argentina y, buscando un sitio donde desapareció, aterrizó cuando ella tenía cuatro años en Masnou, donde hizo vida con hijos de argentinos y en una escuela cooperativa de espíritu catalanista pero esencialmente castellanohablante Incluso en la carrera de filosofía pedía hacer los exámenes en castellano. "Fue cuando entré en el Institut del Teatre que me di cuenta de que había un mundo donde todo estaba en catalán y había un compromiso muy fuerte con la lengua que a mí no me había apelado hasta entonces", recuerda. Tiene muy presente que Anna Rodríguez Costa (guionista deArde Madrid y Fácil), que había estudiado filología, le ayudó con el catalán y, aunque las primeras obras las escribió en castellano, con el tiempo se hartó de que la tradujeran e hizo el cambio. "Entonces se vivía un momento fuerte de normalización y, si no escribías en catalán, no estrenabas. Yo tengo un espíritu desobediente y, primero, esto lo viví como una incomodidad. La escritura sale de un sitio rebelde y libre. Pero al mismo tiempo, y lo hablábamos en casa con mi padre [el poeta Alberto Szpunberg], nosotros llegamos en una época muy jodida y aquí se nos acogió de una forma muy solidaria. Todo el mundo necesita un lugar de pertenencia y yo lo he encontrado aquí. Siempre he pensado que si vivo aquí, si hago teatro aquí, un mínimo de respeto es intentarlo y, en mi caso, me siento muy a gusto". Ahora bien, no vive escribir en catalán como una militancia.

Los acentos del catalán

Szpunberg volverá a escribir y dirigir un espectáculo en abril en el TNC, en el que explica sus orígenes familiares mestizos, La tercera fuga. "Mi abuelo hablaba con acento ruso", recuerda, y con la abuela hablaban ídico. Szpunberg habla argentino a su hija, y la chica escribe y habla catalán siempre fuera de casa. "También intento transmitirle que no debe caer en la sobreadaptación. Yo he oído que a veces actuaba impulsada por un cierto complejo y, si lo llevamos al extremo, esto conduce a una uniformización ya un falseamiento que detesto. Para mí, hay que encontrar el equilibrio con el respeto a una lengua minoritaria que está en peligro, que empatizo en ella. La catalanidad es diversa", defiende.

El escritor Albert Pijuan es el primer lector-editor de sus obras (El imperativo categórico, El peso de un cuerpo, Dolor de corazón) y también colabora en la próxima. "Siempre tengo la sensación de inseguridad con el catalán, pero eso ahora no me echa atrás, no es negativo. Si escribiera un ensayo quizás lo haría en castellano, pero para el teatro los diálogos me salen en catalán", explica. Pero la lengua que gasta es "imperfecta, impura". "Eso no quiere decir que sea perezosa. Me gusta la precisión, pero es una rigurosidad libre, viva, no museística", explica. "Yo no defiendo la confusión pero sí aceptar las mezclas de la oralidad. Esto no quiere decir que no busques la excelencia o mejorar. Para mí el castellano de Madrid también es artificial", sentencia.

Dosier El futuro del catalán
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