Un grupo que rechace frontalmente la amnistía, la financiación singular y la inmersión lingüística debe ser cercano a Vox y al PP. Ciertamente, hasta 2023 también podía ser cercano al PSOE, que en 2023 afirmaba que la amnistía era inconstitucional. Luego Sánchez necesitó los votos de Junts para ser investido y vino la ley de amnistía (que venga la amnistía es otra historia). Luego, Illa necesitó a Esquerra por lo mismo y los socialistas acordaron la financiación singular. O sea que, hoy por hoy, el ideario de un grupo así es minoritario entre los partidos representados en el Parlament.
Este es Societat Civil Catalana, una representación de la cual fue recibida en Palau por el president de la Generalitat. Un grupo que a estas alturas rechace la amnistía debe ser de un españolismo rancio. Que a estas alturas rechace la inmersión lingüística, ignorando la superioridad política, jurídica, económica, mediática y demográfica del castellano, ya explica claramente hasta dónde llega su nacionalismo. Pero lo impactante es que estén en contra de la cuota catalana, que consideran fruto del “supremacismo de una ideología nacionalista que cree que Catalunya debería ser beneficiada singularmente por encima del resto de españoles”.
Es muy fuerte que unos catalanes estén en contra del progreso y bienestar de todos los catalanes, sobre todo cuando se trata de un progreso que sale del esfuerzo fiscal de los catalanes. Será que a SCC ya le va bien que el riesgo de pobreza ronde el 24% de la población catalana, o dan por aceptables las listas de espera de la sanidad pública. A ningún socialista ni a ningún popular vasco se le ocurriría renegar de la cuota. Ciudadanos se presentó en el País Vasco con esta idea e hizo el ridículo. La normalización consiste, también, en poner al día una financiación caducada e injusta, que solo pueden defender los extremistas.