Pedro Sánchez junto a los representantes de sindicatos y patronal tras firmar el nuevo acuerdo sobre pensiones.
19/09/2024
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Cada edad tiene su charla: a partir de los 60, el tema es la jubilación. Entre otras razones, porque alguien de la conversación ya se ha jubilado y vive en una nube en la que no suena el despertador y te mira desde el cielo con un poco de lástima cuando el domingo por la noche le dices que mañana es santo. . Si pasados ​​los meses de euforia experimenta algún tipo de vacío existencial, ya es harina de otro costal.

Esta semana, la conversación ha rebrotado porque el gobierno español, la patronal y los sindicatos han firmado un pacto social para la reforma de las pensiones que, de ser aprobado por el Congreso, permitiría compaginar el trabajo con la jubilación. Alguien que en vez de jubilarse a los 65 plegara a los 67 ya podría cobrar el 55% de la pensión mientras también cobraría la nómina, y si esperara cinco años, llegaría al 100%.

Estos incentivos económicos podrían convencer a más de un jubilable, pero pertenecen a la categoría de la típica solución burocrática que no tiene en cuenta que cada trabajo y cada trabajador son un mundo. Si el Estado sufre para pagar las pensiones y quiere que la gente siga currando, debería ayudar a las empresas a realizar una aproximación más cualitativa.

Mucha gente no está cansada del trabajo sino de su jefe, de lareunionitis, de las videollamadas, de las “mejoras” tecnológicas en la productividad que, en realidad, multiplican los procesos, de la falta de compromiso de los que vienen detrás, de que no se valore nada su experiencia, de que se trate a los clientes como un número, que sea más importante hacerlo rápido que hacerlo bien, en una palabra, que todo sea tan complicado en vez de hacerlo más sencillo.

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