Basta de discutir y más hacer

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Los pasillos del Parlament, vacío

Las elecciones en Catalunya han supuesto un retroceso del independentismo. La abstención, de un 42%, fue alta. La participación en Girona, Tarragona y Lleida ha sido un 2% menor -57%- que en Barcelona, ​​59%. Son las circunscripciones con un voto más alto en Junts, 29%, y más bajo en el PSC, 23%. En Barcelona es lo contrario: 19% Junts y 30% PSC. La conclusión es que la abstención se ha concentrado en el que el independentismo es más fuerte, y globalmente ha sido alta. De 1984 a 2021, en las elecciones autonómicas, la abstención fue de media del 37%, un 5% menos que en 2024.

Dos conclusiones. No ha habido globalmente un trasvase de votos independentistas a partidos unionistas, pero sí una mayor abstención y una decepción de los votantes independentistas con sus partidos, Junts, ERC y la CUP. El PSC fue el partido refugio para algunos ciudadanos que votaban independentismo.

Esto permite afirmar que el período de 10 años de efervescencia por la independencia ha terminado. Podría renacer si los votantes independentistas desencantados fuesen recuperables. No es posible en el corto plazo.

El PSOE y el presidente Sánchez se pueden jactar de haber reducido la tensión del independentismo en la sociedad catalana. Esto es positivo y demuestra la utilidad de los indultos y la amnistía. No es poco, pero el problema no está resuelto, como muestran las cifras de abstención. En Cataluña tenemos la suerte de tener una menor virulencia social que en Madrid y eso ayuda, pero la sociedad catalana está dividida desde hace décadas a partes iguales entre quienes quieren luchar por la independencia y quienes quieren un mejor encaje entre Cataluña y España .

Las elecciones han tenido una única consecuencia ejemplificadora: la asunción de responsabilidades del presidente Aragonés y de la secretaria general Marta Rovira. Es un hecho singular y valioso por lo que representa.

Es el momento de los pactos que permitan formar gobierno. En primera votación es necesaria mayoría absoluta. En segunda votación es necesaria una mayoría simple que requeriría abstenciones...

El presidente Puigdemont ha sugerido que un apoyo del PP al PSOE en Catalunya podría conducir a Junts a dejar de sostener al PSOE en el Congreso. Los partidos deben trabajar con discreción entre ellos para no incrementar el nivel de crispación política, que no va en beneficio de nadie, tampoco de quien hace la advertencia. La derecha española espera el fracaso del PSOE para volver al poder: esa es la realidad que algunos partidos de izquierda y algunos independentistas parecen no ver.

Ha llegado el momento de formar un gobierno sólido que trabaje por resolver problemas. Tenemos graves desde hace tiempo. El debate debe ser sereno si queremos que sea útil. Primero el diagnóstico y después la solución.

Ejemplos. El problema de Cercanías: ¿es la falta de inversión durante años o una gestión torpe? Sin saberlo es imposible resolverlo. Enseñanza primaria y secundaria y malos resultados en PISA: dada la alta proporción de inmigrantes, ¿hemos movilizado medios suficientes para fortalecer el conocimiento de la lengua en esta parte de la población? ¿Hemos hecho algo concreto para evitar que los recién llegados vivan en un gueto económico cronificado? ¿Hemos puesto los medios para construir vivienda para una población que desde hace diez años crece al 1% anual gracias a la inmigración? Tenemos un déficit de 15.000 viviendas/año.

El déficit fiscal es del 8%. Debemos ponernos de acuerdo con el gobierno central para resolver un problema que no se puede soportar y que dura más de 40 años. Cataluña es principalmente por esta razón un país pobre que tiene grandes desigualdades y que no puede promover el modelo económico que quisiera. Quien quiera gobernar debe comprometerse a resolver o al menos a mitigar este problema sin engañar a la ciudadanía sobre su magnitud. Es necesario resolver la ordinalidad (más de 3.000 millones de euros) y la magnitud del déficit (más de 10.000 millones).

Llevamos años discutiendo sobre el aeropuerto, con un resultado nulo. Tenemos una sanidad espléndida, pero si no destinamos más recursos la perderemos. Catalunya tiene un sector agroalimentario que representa el 12% de nuestro PIB y un campesinado, levantado contra el Govern por el exceso de burocracia, que llena las calles de tractores. Tenemos un problema de exceso de turismo, si no ponemos límite trituraremos el país y agravaremos problemas sociales que ya empiezan a ser visibles –precio del alquiler, sueldos bajos, masificación...

El sr. Isla propone trabajar para resolver estos problemas, los importantes. Es lo óptimo en las circunstancias actuales. El resto de partidos deberían fijar metas y comprobar qué se consigue. Si lo hacemos juntos mitigaremos los problemas seculares –el calificativo no es exagerado– que tiene Cataluña. La cuestión no es criticar a quien quiere hacerlo, sino retarle y ayudarle a hacerlo. Nadie puede negar que es mejor ayudar que combatir.

Resolver problemas concretos tiene la ventaja de reducir el nivel de crispación de una sociedad que oye hablar de un futuro magnífico, pero que ve que los problemas cercanos no se resuelven y, por tanto, vota como vota... La extrema derecha es la consecuencia.

¿No ha llegado la hora de dejar las discusiones sobre lo posible y trabajar sobre lo real? Es mejor y más productivo… para todos.

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