Las bragas sexis

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Actualmente casi toda la ropa es 'sexy'.

La querida Anna Manso escribía en el ARA un artículo sobre “hombres infantilizados” donde explicaba que había visto a una mujer en una corsetería de su barrio que le compraba calzoncillos a su marido. “A mí todo me quita de quicio, porque aún es hora de que vea a un hombre entrar en una corsetería o en una tienda de ropa interior y comprar bragas de cada día para su pareja. Ropa interior sexy, sí; sostienes básicos, no”, decía ella. La cuestión me parece interesantísima, pero, sobre todo, por la idea de ropa sexy contrapuesta a la ropa de cada día.

Es cierto que antes estaba la ropa interior de color carne, que asociábamos a las señoras mayores de entonces. Pero incluso el color carne ahora se llama nude y ya resulta moderno. La ropa sexy de antes era la de puntillas, la de color negro o rojo. Ahora, quizás lo siga siendo. Antes, la abuela te decía que siempre tenías que llevar la ropa interior limpia y conjuntada "por si tenías un accidente". Hoy, hay una frontera mucho más diluida entre lo que es ropa sexy y ropa de diario. Diría que toda la ropa de mujer es sexy. La blanca de algodón, la deportiva, de color gris, la de puntillas, la negra básica, la de colores, la de corazones, la de rayas, la de cucuruchos de helado... Justamente, para los encuentros espontáneos, el que cuenta es que no parezca que te habías vestido porque sabías que deberías desvestirte. Las cadenas de ropa interior y de andar por casa –qué ganas de invierno que hace la ropa de andar por casa– han conseguido que puedas comprarte un sujetador y siete bragas de conjunto.

Otra cosa, ya lo entiendo, es la ropa interior masculina. Para mí, los calzoncillos preparados para ser sexis (por ejemplo, los rojos) me harían reír. Creo que todos los calzoncillos son sexys, absolutamente todos, excepto unos.

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