L’OBSERVADORA

Buenas noticias

Esther Vera
4 min
Bones notícies

Podemos estar todos de acuerdo en que acabamos uno de los años más difíciles de nuestras vidas. Días dominados por la expansión incontrolada del coronavirus, por la incertidumbre o la ruina económica, por los cambios acelerados en la manera de trabajar, por el miedo a la enfermedad y la muerte como un goteo siniestro. En este contexto de alarma en que tantos profesionales, empezando por los del sector sanitario, han dado mucho más de lo exigible y de lo soportable, no queremos olvidar que el mundo continúa girando y que junto a lo peor se encuentra lo mejor del género humano.

¿Qué sentido tiene, el día que Catalunya ha llegado a los 16.792 muertos y España a los 49.824, pararnos a hablar de buenas noticias? Para nosotros tiene todo el sentido porque 2020 ha sido un año siniestro, pero es también la semilla de un futuro en el que conseguiremos recuperar la libertad de abrazar que hoy tanto echamos de menos, un futuro en el que recuperaremos la confianza en el día siguiente.

A pesar de todo, el 2020 nos ha traído buenas noticias y hemos decidido destacarlas.

El año de la ciencia

Buenas noticias como el esfuerzo científico y financiero planetario para actuar conjuntamente para conseguir una vacuna contra el coronavirus. Con el precedente de enfermedades como el sida, que la vacuna se esté empezado a suministrar es una gran victoria, conseguida en un plazo que no hace mucho parecía casi insensato. La realidad ha demostrado que no solo una vacuna, sino unas cuántas (Pfizer/BioNTech, Moderna, la Sputnik V rusa, al menos un par de chinas y la de Oxford), ya han empezado a utilizarse.

La vacuna es un éxito cooperativo científico y estatal, que ha permitido una financiación masiva de la investigación y la producción de unas vacunas punteras, revolucionarias, que enseñan al cuerpo como combatir el virus provocando una respuesta inmunitaria.

Si la vacuna se empieza a administrar masivamente podremos recuperar despacio la libertad de movimiento. No se trata de pensar que las cosas volverán a ser como antes de la pandemia, pero sí que muchas personas mayores podrán salir a la calle, ser abrazadas, soltar una parte de la contención emocional. Evitar muertos.

Biden y el regreso de la política

Políticamente, el 2020 ha tenido la amabilidad de expulsar a Donald Trump de la Casa Blanca. El 20 de enero tendremos la fotografía del nuevo presidente, Joe Biden, jurando el cargo con la mano sobre la Biblia sostenida por su mujer delante del Capitolio. Si el azar no lo evita, veremos los Trump subiendo a un helicóptero que les devolverá a la caricatura televisiva. Diremos adiós al presidente que no cree en la multilateralidad en política exterior. El presidente que sacó a los EE.UU. del Acuerdo de París, que se retiró del pacto nuclear con Irán, que liquidó el tratado contra las armas nucleares de medio rango firmado con Rusia y que retiró los fondos a la Organización Mundial de la Salud (OMS) en plena pandemia.

Trump es la fiebre de una enfermedad y haríamos bien de no olvidar que le votaron 74,2 millones de norteamericanos, más votos de los que obtuvo Barack Obama, pero este es otro tema y la noticia positiva es que Biden encarna la esperanza de volver al multilateralismo en las luchas globales como a la urgencia por una nueva política climática.

Mientras los EE.UU. han vuelto al carril del sentido común, la UE se ha confirmado como el mejor club del cual podemos formar parte. El gran paso adelante es que una parte del dinero del plan de recuperación saldrán de la deuda europea, hasta ahora un tema tabú. A los euroescépticos solo hay que invitarles a pensar cómo sería nuestro presente sin el euro, sin cooperación científica y acción conjunta de los 27 y sin la ayuda directa de los fondos europeos que tienen que permitir en el país dar un salto adelante y no solo salir del pozo económico actual. De los gobiernos español y catalán dependerá que el fondo Next Generation EU, el esperado programa de ayudas para la recuperación económica del continente, se destine realmente a proyectos empresariales de modernización del tejido productivo, como por ejemplo la digitalización, la sostenibilidad medioambiental, la formación, la investigación y la sanidad. El desafío hoy es conseguir que las ayudas lleguen realmente al tejido de las pymes y no se queden en las grandes empresas con capacidad de influencia política.

El cambio se impone

El 2020 también ha sido un año de conciencia de la necesidad de cambios, ya sea en la movilidad de las grandes ciudades, en la flexibilidad de la manera de trabajar o en la dignidad que queremos para morir de la manera en la que hemos intentado vivir y que recoge una nueva ley que facilitará la muerte digna en España.

Políticamente en Catalunya el 2020 no ha sido un buen año, con los presos políticos cumpliendo una condena que se revela más como una revancha política aplicada por los tribunales que como una decisión justa. El apunte positivo lo ha puesto la sentencia del mayor Trapero, una interpretación que pone en crisis la base misma de las decisiones de un Tribunal Supremo defectuoso.

Esperamos que a finales del 2021 el periódico de buenas noticias que tenéis entre manos nos cueste todavía más de hacer, que tengamos que elegir más entre los miles de hechos que publicamos durante todo el año, que la vida se imponga ante la muerte y la alegría y la fuerza os acompañen. ¡Feliz año!

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