El papa León XIV saluda desde el balcón central de la basílica de San Pedro del Vaticano, el 8 de mayo.
08/05/2025
Periodista
2 min

¿La elección del nuevo papa interesaba a la gente o interesaba a los medios y ha acabado interesando a la gente porque le daban cónclave para el desayuno, el almuerzo y la cena? Mi hipótesis es que los medios marcan la agenda, pero que si no hubiera una genuina curiosidad en la elección, ya puedes ir enfocando la chimenea, que en TikTok hay vídeos más atractivos. El ritual atávico de los 133 hombres encerrados y desconectados, la experiencia de estar compartiendo en directo un pedazo de historia, debe de hacer mucho, pero no lo explica todo. En un mundo de malas noticias y peores líderes, hemos estado mirando si en Roma salía un contrapeso. Y han estado pendientes de ello, con el rabillo del ojo, incluso aquellos que solo entran en una iglesia como turistas. León XIV parece ese contrapeso.

Nos declaramos huérfanos de liderazgos y citamos a Juan XXIII, JF Kennedy, Simone Veil, monseñor Romero o Nelson Mandela. Obama suscitó un principio de esperanza que se fue fundiendo. Pero solo con figuras providenciales no bastará. El líder moral eres tú. De lo que estamos más faltos es de creernos que el único destino viable para la humanidad es la paz, pero como sin justicia no puede haber paz y el mundo es muy injusto, no sabemos ni por dónde empezar a arreglar el desastre.

Pero tenemos algunas certezas: cada día que hablamos de guerra estamos más cerca de la profecía autocumplida. Cada vez que asumimos el lenguaje belicista estamos más cerca de un gran dolor. Los desfiles de estos días en Londres o en Moscú no celebran la paz, sino una victoria sobre millones de muertos. Cuando utilizamos el lenguaje del odio que triunfa en las redes y en la política, le hacemos el trabajo al complejo industrial militar. Nos quieren asustados y divididos, porque les cedemos la libertad a cambio de una supuesta seguridad. Y la primera libertad es decir que la guerra es el negocio de los de siempre.

stats