Carta a las autopistas: 'Los peajes han muerto, ¡vivan los peajes!'

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ALEX GALLEGO

Los peajes en las autopistas catalanas tienen la virtud de ser una de las cosas que más irritan a los ciudadanos. No es, ni mucho menos, la injusticia más grave, pero a la vida ya pasa que, teniendo problemas importantes, acabamos saltando por un detalle aparentemente insignificante.

Antes de tomar según qué medidas, los gobiernos tendrían que tener en cuenta la susceptibilidad que generan los peajes. Nos sacan de quicio las colas que se forman por culpa de las barreras, pero también el microsegundo que tenemos que esperar, cuando ya hemos pagado, para que se levanten; o ver cómo en Catalunya hace cincuenta años que tenemos una docena de peajes, mientras en otros lugares de España todavía es un exotismo pagar por circular; o conocer los beneficios desmesurados que se han llevado las empresas, a pesar de que los ciudadanos hemos pagado más de cien veces el coste de algunas autopistas. Àlex Font Manté explicaba, en este diario, que solo La Caixa había sacado un beneficio directo de 5.000 millones de euros. Son sociedades que han tenido un trato fiscal beneficioso, que han hecho mejoras en las carreteras a cambio de que les alargaran la concesión (el peaje de la AP-7 tenía que desaparecer en 2004) y a quien ahora se compensará con más de 1.000 millones de euros por la caída de tránsito provocada por la crisis del 2008.

Todo esto nos saca de quicio y cuando finalmente, el 1 de septiembre, se eliminen los peajes de la AP-7, entre Tarragona y la Jonquera, los de la AP-2, la C-32 en el Maresme y la C-33 en Mollet, tampoco lo podemos celebrar. Ahora nos asustan diciendo que el Estado no se podrá hacer cargo del mantenimiento de las autopistas, si marchan las empresas que han hecho con los peajes el mejor negocio de sus vidas. Veo cómo estos días se impone la premisa liberal de que cada cual tiene que pagar las autopistas según el uso que haga de ellas. ¿A cuántos servicios contribuimos con nuestros impuestos y no hacemos uso personalmente, pero entendemos que son un beneficio para el conjunto del país? No tengo hijos: ¿mis impuestos tienen que pagar la escuela pública? Rotundamente, sí. Y las vías de tren. Y las autovías gratuitas (como ya hacemos) y ahora también las autopistas, como infraestructura pública que son. Si para mantenerlas hace falta un canon anual por coche, adelante. Pero que en 2024 reaparezcan los peajes en vías donde ya se habían eliminado (o donde no se habían cobrado nunca) es un riesgo que los gobiernos tendrían que saber calibrar. La campaña “No quiero pagar” del 2012 puede quedar en una broma comparado con lo que vendrá. Son asuntos minúsculos, si se quiere, pero de una sensibilidad extrema.

P.D. Era interesante el artículo que escribía Iu Forn en el Nacional, donde comparaba la liberación de las autopistas con el de las patentes de las vacunas. Se refería al hecho de que las empresas, lógicamente, buscan un beneficio económico tanto en un caso como en el otro: “Ahora bien, ¿este beneficio económico tiene que tener un límite?” La respuesta es que parece que no.

Albert Om es periodista

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