Carta a Ramón Sampedro: 'Tú fuiste el primero'

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ALEX GALLEGO

No se nos ha borrado el nombre, Ramón Sampedro, ni tu imagen tumbado en la cama hablando con lucidez de la vida y de la muerte, escribiendo poemas con la boca o bebiendo agua con una pajita de plástico. Lo que hiciste en 1998, al cabo de veintitrés años ya es legal. Tú fuiste el primero. El que abriste el debate y el camino.

Rápido no ha sido, tienes razón. Esquerra Unida lo intentó ese mismo 1998, pero su proyecto de ley para aprobar la eutanasia solo tuvo 25 diputados a favor por 288 en contra. Ya dicen que no se puede legislar en caliente, que se tiene que dejar pasar el tiempo. Eutanasia es una de esas palabras con las que todos nos hemos ido haciendo mayores, un debate recurrente que aparecía y desaparecía y, cuando casi habíamos abandonado toda esperanza de que fuera a ser una realidad, resulta que este jueves se aprobó en el Congreso y que ayer, Ramón Sampedro, eras el protagonista de la portada del ARA. Se ve a tu cuñada en la que fue tu habitación durante treinta años –mantenida tal como la dejaste– y, en la pared, una imagen tuya fumando en la cama, que fue la cubierta del libro Cando eu caia.

Estuviste treinta años en esa cama pidiendo una muerte digna. Como no te la daban, lo organizaste todo para que pudieras ingerir cianuro sin que las personas que te ayudaron fueran condenadas. A Ramona Maneiro la detuvieron por asistirte en el suicidio y la volvieron a dejar en libertad por falta de pruebas. Cuando el caso ya había prescrito, ella pudo explicar los detalles de tu final. La oí el jueves en la Cadena SER contenta por ti y por todos los Sampedros y las Ramonas que durante estos años han vivido el sufrimiento de eutanasias clandestinas. La derecha y la ultraderecha ya han advertido de que llevarán la aprobación de la eutanasia al Tribunal Constitucional, aunque mientras tanto no descartes que alguno de sus familiares se aproveche de los beneficios de la ley. Si lo hicieron con el divorcio o con el aborto, lo pueden volver a hacer ahora.

Han pasado cosas que no te creerías, desde tu muerte. Te dedicaron una película –Mar adentro, con Javier Bardem haciendo de ti– que ganó catorce premios Goya y un Oscar. En As Furnas, la playa donde tuviste el accidente que te dejó paraplégico con veinticinco años, han instalado un busto con tu cara. Otras personas, en tu misma situación, quizás no habrían querido el mismo final que tú. No hay una única manera digna de morir. Pero ahora, gracias a la ley, sabemos que la eutanasia y el suicidio asistido ya son una posibilidad más y que, llegado el momento, podremos decidir si queremos hacer uso de ella o no.

P.D. En los cuatro estados donde la eutanasia es legal –Países Bajos, Bélgica, Luxemburgo y el Canadá–, entre un 1% y un 4% de las personas solicitan ayuda para morir. Si Catalunya se mueve en los mismos porcentajes, en un año se practicarán entre seiscientas y dos mil eutanasias o suicidios asistidos.

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