Cataluña ha cambiado radicalmente en las dos últimas décadas. Hoy es mucho más plural. Hemos ganado en diversidad, creatividad, complejidad, conflictividad. La cohesión ciudadana es hoy más difícil. No ayuda la avería del ascensor social, con la crisis de la vivienda como gran generadora de desigualdades. En este contexto, la catalanidad, con la lengua como punta de lanza, se ha resentido. El uso social ha retrocedido. Desde principios del siglo XXI, la inmigración ha aportado un millón y medio de personas, frente a las poco más de 200.000 de crecimiento natural. Así es como hemos llegado a los 8 millones de catalanes. El reto de hacer un solo pueblo, una comunidad diversa pero cohesionada, y volver a poner el catalán en el corazón, haciéndolo atractivo a todos, es tan perentorio como difícil. Estamos en ese punto de equilibrio inestable en el que un atolladero puede ser irreversible para el idioma propio.
La responsabilidad ahora la tiene el gobierno de Salvador Illa, investido gracias al apoyo de ERC y que, sobre el papel, tiene entre sus prioridades la lengua; incluso ha creado una consejería de Política Lingüística. Isla, además, insiste en la acogida de la inmigración y el rechazo a los discursos de odio de la ultraderecha. También hace énfasis en mencionar como referente a Josep Tarradellas, de quien destaca el pragmatismo y la capacidad de diálogo. Tarradellas estaba legitimado por el pasado heroico como consejero de la Generalitat republicana de Macià y Companys y por haber mantenido la llama del gobierno en el exilio durante décadas. Nadie dudaba de su absoluta catalanidad. Esto le dio margen de maniobra.
El punto de partida de Isla es diferente. En el recuerdo inmediato se encuentra su aquiescencia con la aplicación del 155 (congelación del autogobierno) tras el referéndum del 1-O. El PSC que encabeza, en los años de Procés perdió el maragallismo y otros anclajes catalanistas. Se empequeñeció y descentró. En realidad, su posición es más parecida a la del Lluís Companys de los años republicanos que a la del Tarradellas de la Transición. Sobre Companys pesaba la sombra de la duda en relación con su catalanismo, por lo que como presidente se vio empujado a forzar gestos y posicionamientos -proclamación del Estado Catalán de la República Federal Española el 6 de octubre de 1934- , con el trágico final de su muerte, fusilado por Franco.
Pero Isla no es Companys. Por talante y visión (pragmático, institucional), es más Tarradellas. Y, afortunadamente, los tiempos han cambiado. El choque del Proceso ha sido duro, con presos y exiliados, pero no ha llegado al extremo de los años 30. Sin embargo, todavía hay un expresidente en el exilio. En cualquier caso, si Illa quiere mantener el apoyo de ERC y quiere ampliar la base de votantes, aparte de trabajar por el fin de la represión deberá demostrar su convicción con la lengua (y con la financiación, claro está). Para ello, tiene una ventaja: precisamente el no ser un nacionalista catalán. Esto le hace menos sospechoso tanto frente a Madrid como frente al conjunto de la plural sociedad catalana. Con el Procés, el catalán, aunque se intentara evitar, se ha acabado identificando con el independentismo. Para quitarle esa etiqueta, nada mejor que un presidente no independentista que asuma honestamente la defensa del idioma. En política, a menudo ocurre que los grandes logros vienen por las vías menos previsibles.
El PSC no ha dejado de ser un partido catalanista. No es Cs ni el PP ni Vox. Siempre ha defendido la escuela catalana y la inmersión. Hacerle pasar por espanyolista es una distorsión. El acuerdo de investidura con ERC comienza así: "Las formaciones abajo firmadas nos reclamamos herederas del catalanismo popular, que tiene como principios esenciales el reconocimiento de Catalunya como nación" y compromete al Govern en cuatro ejes, el tercero de los cuales es " reforzar los pilares del reconocimiento nacional de Catalunya, especialmente el modelo de escuela catalana, el fomento del uso social del catalán y la acción exterior de la Generalitat". Veremos con qué énfasis se emplea la Isla-Tarradellas.