El covid causa más pobreza en el sur de Europa

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Una de las playas de Gavà en una imagen de archivo del 2019

Poco a poco las instituciones europeas van trazando el mapa del impacto económico del paso de la pandemia del covid-19 por los diferentes territorios. Y, pese a la iniciativa histórica de lanzar el plan de reconstrucción económica más importante de su historia (los fondos Next Generation) y el elevado endeudamiento de los estados, el mapa continúa revelando, con alguna sorprendente excepción, la fractura entre el norte y el sur. Según los datos del Eurostat, España es uno de los nueve estados de la Unión Europea en el que la pandemia ha incrementado el riesgo de pobreza entre la población en edad de trabajar. La mayoría son estados del sur, como la misma España y también Portugal, Italia, Grecia, Bulgaria o Eslovenia, pero en esta lista también aparecen países como Irlanda, Austria o, el más sorprendente, Suecia.

Por el contrario, en los países del centro y el norte de Europa, principalmente Francia, Alemania, Bélgica y los Países Bajos, pero también en los del Este y los bálticos, el riesgo de pobreza se ha mantenido estable. En Estonia incluso se ha reducido. El motivo que señala la oficina de estadística europea es el derrumbe de la tasa de ahorro de las familias españolas en los últimos trimestres (no hay datos segregados para Catalunya). Y eso que al inicio de la pandemia, con los confinamientos masivos, la tasa de ahorro se disparó en España, donde era de las más bajas de Europa, y también en el conjunto de la UE, hasta levantarse por encima del 25%.

Esta situación se produjo por la imposibilidad de gastar en ocio y porque la crisis sanitaria hizo que muchas familias pospusieran compras importantes. Pero ya en otoño del 2020, cuando la segunda oleada impactó con mucha potencia, la tasa de ahorro empezó a bajar hasta situarse por debajo del 10%. Los economistas señalan la carencia de estímulos y ayudas directas a las empresas y a las familias como la causa de este empeoramiento de las economías familiares. Y es que aquí se ha podido comprobar otra vez cómo los países ricos, como por ejemplo Alemania, podían compensar con ayudas la pérdida de ingresos de muchos negocios, mientras que en España las ayudas han sido escasas y poco ágiles debido a la burocracia.

Evidentemente, la fotografía actual se puede revertir si se hace un buen uso de los fondos europeos, pero de entrada se ha comprobado lo mismo que ya se vio durante la crisis del 2008-2012: hay una Europa de dos velocidades a nivel económico. Una, la del sur, que arrastra profundos desequilibrios estructurales, como por ejemplo un paro elevado y una deuda pública desbocada, con una economía muy dependiente de sectores como el turismo que no crean puestos de trabajo de calidad, y otra, la del norte, más enfocada a la industria y a la exportación, y con las haciendas públicas saneadas.

Ojalá los fondos europeos sirvan para borrar esta frontera invisible y conseguir una verdadera convergencia europea en términos de poder adquisitivo y protección social. De momento, el impacto de la pandemia ha hecho justo lo contrario: hacer más grande la fractura entre el norte y el sur.

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