'Do you speak catalán?'

Lo de los aranceles, visto desde fuera, parece una buena idea para los de dentro, pero en la economía, como en la guerra, como en el juego del Risk, siempre hay variables (miedo, alevosía, suerte, desgracia, casualidad...) que no se podían prever. Que los productos venidos de lejos se graven para que los ciudadanos consuman los propios parece una buena idea. Lo parece, sobre todo, si se trata de alimentación. Piensas —mirándote tu casa— que si las avellanas provenientes de Turquía fueran más caras, se compraría las propias; que son "propias" no desde siempre, claro. Sin embargo, hay miles de variables. Los viticultores riojanos (donde se hacen grandes vinos, muy queridos por los autóctonos) hicieron, hace poco, un encuentro con gente de aquí que divulga esta cultura, para tratar de mantener la hegemonía, frente a otras DO, como Ribera del Duero o Toro, en lugares como Cataluña. Cuando, con gran cordialidad, me preguntaban qué vinos gozaba, y yo, con la misma cordialidad, les hablaba de los nuestros, se sorprendían del todo sinceramente. Quiero decir, con ello, que lo que es "propio", hablando de alimentos, quizá sea muy espinoso de definir y hay que ir siempre al máximo kilómetro cero. La única forma es no dejar perder las tradiciones (que siempre van ligadas a la gastronomía). Se ama lo que se conoce. La oportunidad es nuestra. Ahora es necesario que nuestros productos, como el vino, que se van a América, sean disfrutados por nosotros.

Hay una contrapartida arancelaria, sin embargo, que no tenemos en cuenta. Paseo por Barcelona y solo veo rótulos en inglés. "Best pizza in town", pone en este bar, una copiada absurda y ridícula (aparte de falsa), como si estuviéramos en Nueva York."Best cocktails in town", dice al de más allá."Poke 4 Uleo en este otro. Los aranceles que yo impondría es demostrar que sobre estas piedras, algunas del siglo XII, también se habla una lengua y se hace una cocina que ya existían en el siglo XII. Y si a un guiri no le importa, no nos importa.