

La polarización del debate público afecta también al cine, y en las redes se pueden seguir los esfuerzos de sectores de opinión para tratar de impulsar o hundir la promoción de tal o cual film. Con el narcomusical Emilia Pérez, sin embargo, se ha producido una verdadera erupción de odio, que se ha envenenado cada día más hasta desembocar en la polémica sobre la actriz protagonista, Karla Sofía Gascón, y los mensajes de odio, antiguos y no tan antiguos, que ella misma había publicado en las redes.
El director de Emilia Pérez, Jacques Audiard, es uno de los cineastas franceses actuales más destacados, autor de películas importantes como De rouille et d'os (aquí disponible en castellano, De óxido y hueso) y Los hermanos Sisters y al menos de una ciertamente magistral, Un profeta. Emilia Pérez es una oda al atrevimiento, que trata un tema oscuro y grave (las víctimas del narcotráfico en México) en el contexto de un drama queer sobre un jefe narco que decide cambiar de sexo y de vida, todo ello servido en forma de musical pop. Solo por la valentía artística sería ya remarcable, pero es que además Audiard sale airoso de una apuesta de alto riesgo a todos los niveles. La película es sorprendente, impactante, memorable y felizmente anómala. Audiard declaró, cuando aún podía permitirse alguna broma: "Estoy contento si una película mía logra cabrear a los fachas".
Y vaya si lo ha conseguido. Desde el momento en el que se hicieron públicas las nominaciones a los Oscar (Emilia Pérez tiene trece, récord para una producción extranjera), el film ha recibido un alud de insultos y falsedades que buscan crear un ambiente de hostilidad extrema contra la película. Mientras que hay latinoamericanos que aplauden las deportaciones de Trump, también los hay que abominan de la visión de México y del narcotráfico que ofrece Emilia Pérez, y lo manifiestan con mensajes de una virulencia a menudo alarmante. Sobre todo en X, reconvertido en la época Musk en un desolado escaparate de miseria humana.
La controversia ha rodeado a los responsables artísticos del film. La actriz Selena Gómez grabó un vídeo llorando a lágrima viva por las deportaciones de mexicanos (pero ella nació en Estados Unidos y apenas habla español). Al propio Audiard se le han atribuido unas declaraciones despreciando el idioma español: no dijo exactamente lo que dicen que había dicho, pero el daño ya estaba hecho. Ahora bien: el descalabro se ha producido al salir a relucir que la protagonista del film, la española –no mexicana– Karla Sofía Gascón, primera actriz trans en ser nominada a un Oscar, felicitada públicamente por Pedro Sánchez, tenía un nutrido historial de tuits cargados de odio contra todo tipo de minorías: judíos, musulmanes, negros y, por supuesto, catalanes en general e independentistas catalanes en particular. Gascón, a su vez, ha recibido mensajes llenos de insultos, amenazas y deseos de todo tipo de males. Al final, todo el mundo parece estar, en relación con este film, profundamente ofendido por uno u otro motivo. Ofendidos, indignados, enfadados hasta el ataque de ira. Reivindicándose como víctimas unos contra otros: el signo del tiempo.