Encuesta del valenciano: fanatismo y fracaso
Los resultados de la mal llamada encuesta sobre la lengua base de la enseñanza en la Comunidad Valenciana han tenido que conocerse centro por centro, hasta que este jueves al mediodía el gobierno valenciano ha llegado a ofrecer unos datos globales, dos días después de cerrar la votación. Digo mal llamada porque en realidad no se trata de ninguna encuesta sobre "la lengua base" (un concepto sin contenido, salvo algún sombrero del ultranacionalismo español), sino de una maniobra para instaurar la segregación lingüística en la escuela pública, y para arrinconar al catalán (o al valenciano) y convertirlo en una lengua asociada.
Sucede que los resultados no son en modo alguno los esperados por el conseller de Educación de la Generalitat Valenciana, José Antonio Rovira, uno de esos personajes de la extrema derecha españolista que caen en el error de creerse su propia propaganda. Los resultados de la encuesta deberán ponderarse y analizarse, pero en todo caso son claramente favorables a la enseñanza pública en valenciano. La comunidad educativa, y la sociedad civil movilizada, han demostrado vitalidad y fuerza –contra los tópicos que suelen atribuirse a los valencianos, también desde el miope paternalismo de ciertos patriotas catalanes–, y una capacidad importante de responder a los atropellos de una administración entregada a los desvaríos neofranquistas de Vox, ansiosos deofrecer nuevas glorias en España. En Baleares el PP también dio marcha atrás en un proyecto "de libertad educativa", paralelo al valenciano, al chocar con la oposición frontal de la ciudadanía. Planeaban igualmente segregar a los alumnos por lengua, y ya habían presupuestado 20 millones sólo en el último trimestre de 2024 para hacerlo posible. Éste es otro problema, no menor: segregar por lengua requiere una inversión de dinero público, y un sobreesfuerzo logístico, espectaculares. Sólo por llevar a cabo un proyecto que es un disparate pedagógico y un atentado directo contra la cohesión social.
Rovira i Mazón y los socios de Vox, sin embargo, no renuncian a aplicar la segregación lingüística, y se hacen una normativa a medida para crear grupos de enseñanza exclusivamente en castellano sólo que un 17% lo soliciten. Ya han empezado a diseñar grupos segregados entre los más pequeños, de dos a seis años. El objetivo es degradar la escuela pública, para que se convierta en un espacio de conflicto lingüístico y social, en beneficio de la enseñanza privada y concertada. Es decir, como siempre no hay tan sólo un interés ideológico detrás, sino uno económico y de clase. Se trata de la pasta, y de intentar hacer que todo el mundo que pueda se aleje de la enseñanza pública, desprestigiada y presentada como un agente "adoctrinador". Lo peligroso es que consigan esto, pese al fracaso rotundo de la encuesta (en Baleares también han hecho jugadas en favor de la falsa idea de "la libertad de los padres" que han tenido una respuesta similar). Evitarlo seguirá siendo trabajo de la sociedad civil, ya que de las instituciones no se puede esperar nada.