Esta semana hemos sabido que el Euribor ha vuelto a bajar y se sitúa ya muy cerca del 2%. Para aquellos que están pensando en hipotecarse, no es un detalle menor. Es, de hecho, uno de esos momentos que exigen perspectiva. Por eso, mi recomendación, que no es infalible —porque nadie tiene una bola de cristal—, responde a una forma de entender las finanzas personales con sensatez y algo de experiencia.
Si el lector está a punto de firmar una hipoteca, están a unos niveles muy razonables para hacerlo a tipo fijo. Es cierto que a corto plazo puede salir un poco más caro que a tipo variable, pero garantiza una cuota estable durante toda la vida del préstamo. Y esto permite prever con precisión qué vas a pagar cada mes durante veinte o treinta años. Que no es poco. Permite planificar, dormir tranquilo y, en el futuro, tomar decisiones sin incertidumbres que uno no puede controlar.
Es verdad que los tipos podrían seguir bajando. Y que podríamos entrar en una nueva etapa de dinero barato como la de la década pasada. Pero, sinceramente, después de lo vivido —una inflación desbocada, políticas monetarias a trompicones, tensiones geopolíticas—, nadie puede asegurar que los tipos de interés continuarán a la baja durante mucho tiempo. Al contrario: lo más prudente es pensar que los próximos años serán más volátiles que en la última década. La economía, la energía y el comercio internacional están muy removidos.
En este contexto, un tipo fijo puede ser una decisión inteligente. Porque, incluso si después los tipos bajan algo más, habrás comprado tranquilidad. Estabilidad. Yo siempre lo he hecho así: he preferido pagar un poco más para saber a ciencia cierta cuál sería mi gasto mensual. No es tanto una apuesta financiera como una elección de vida. Es algo muy personal. La opción contraria es también perfectamente defendible.
En cualquier caso, recuerde revisar bien el resto de condiciones: las comisiones por amortización anticipada, los gastos de pasar de fijo a variable o viceversa, los de subrogación… Y, por supuesto, la situación personal: ingresos, estabilidad laboral, planes de futuro.
En cuanto a mi consejo: no es que yo sepa qué va a pasar con los tipos de interés, sino que, precisamente porque no lo sé, pienso que, cuando se trata del hogar y de las finanzas personales, pagar un poco más a cambio de certeza es, muy a menudo, una buena inversión.
Todo esto, claro, si la persona puede permitirse comprar.
Pero eso ya es otra cuestión.