Macron entrenándose.
25/03/2024
3 min

Amenazas. No sé si estamos ante una “era de problemas irreparables”, como se pedía este fin de semana Janan Ganesh, columnista del Financial Times. Pero sí estamos en un momento de concentración y aceleración de desafíos globales, y somos más conscientes de ello que nunca. Conectados mediática y geopolíticamente. Los conflictos en Oriente Medio y Ucrania, combinados con los efectos del calentamiento global, están alterando el tráfico comercial en mares y océanos. El flujo global de las mercancías, que en un 80% transitan por mar, se está reconfigurando con el telón de fondo de una guerra arancelaria entre Pekín y Washington. 2.300 millones de personas, casi un 30% de la población mundial, se encuentran al límite de una situación de inseguridad alimentaria. En Gaza, el hambre se ha convertido en un arma de guerra contra la población civil. Y la arquitectura de paz construida después de la Segunda Guerra Mundial es cada vez más débil.

El mundo de hoy es más multipolar pero menos multilateral, decía el pasado jueves en Barcelona el expresidente de la Eurocámara, Pat Cox, en el acto de celebración del 25 aniversario de la inauguración de la Oficina del Parlamento Europeo en la capital catalana.

Respuesta. La Unión Europea ha llegado a la conclusión de que la Rusia de Putin será una amenaza durante mucho tiempo. Un desafío permanente que ha llevado a Emmanuel Macron –el hombre que durante años defendió que no podía haber una arquitectura de seguridad continental que no incluyera a Rusia– a ejercer de halcón de la defensa europea. Retratado golpeando el saco de boxeo de un mundo hostil. Un símbolo tras otro, mientras los derechos políticos y las libertades civiles están cada vez más amenazados a nivel global y europeo. La UE se ha instalado en el discurso de la guerra, mientras comienzan a emerger las voces que alertan de las consecuencias de inocular el miedo a una ciudadanía que busca respuestas.

También el portavoz del Kremlin, Dmitri Peskov, anunció el viernes que Rusia se encuentra "en estado de guerra". Los más de 130 muertos en el ataque yihadista en una sala de conciertos en las afueras de Moscú rompió la promesa de seguridad de Vladimir Putin a los rusos, construida sobre el control total de la sociedad.

También Rusia es vulnerable. El Estado Islámico ataca a un enemigo que le ha hecho la guerra en África y en Siria. Pero el Kremlin, ajeno a la realidad, intensifica la represalia contra Ucrania y aumenta la sensación de inseguridad del flanco oriental de la Unión, con la entrada de un misil en el espacio aéreo polaco.

'Realpolitik'. El electoral europeo está cada vez más fragmentado y, en cambio, las instituciones de la Unión son cada vez más unidireccionales. “Bruselas se ha convertido en la capital del sí señor”, decía hace unos meses una corresponsal que lleva más de dos décadas trabajando en la capital comunitaria. Europa se está transformando en un duro poder. O quizás sólo en un poder asustado. Ha sido un cambio empujado por la urgencia y la sensación de vulnerabilidad. Pero, ¿cuántas renuncias está dispuesta a hacer la Unión Europea para convertirse en ese poder duro?

Si hace unos años hablábamos de una Europa desdentada que buscaba su lugar en el mundo, hoy la Unión reclama a sus estados miembros más preparación militar y civil. El rearme como respuesta, y la ansiedad como motor. La realpolitik lo ha cubierto todo.

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